Provincianos
Mi amigo Pablo Marat me aseguraba hoy que nadie en La Paz se ofendería mucho si alguien, nativo o no, decidiera criticar alguna de las características de esta ciudad o de su sociedad.
—Bueno —le dije—, no me molesto si alguien opina que esta ciudad es fea o que el Gran Poder es una borrachera huachafa y desagradable. Tendrían bastante razón... pero al final es sólo una opinión. ¿Qué daño puede hacer una opinión?
—De acuerdo, Ernesto, pero mi punto es que no pasa lo mismo en otras ciudades y pueblos de este pobre y perdido país. Hay mucha gente que se enoja cuando hablas de las limitaciones y carencias de sus respectivas comunidades o “modelos”. Son susceptibles o...
—¿Provincianos?
—Sí, eso. Miopía provinciana, incapacidad para superar las fronteras municipales.
Intenté recordar si algún alcalde de esta ciudad había iniciado un juicio a alguien por criticar a La Paz. Hice memoria, buscando a algún amigo o persona notable que hubiera sugerido que nuestros visitantes o los habitantes nacidos en otros departamentos no podían hablar de La Paz... Y nada, no encontré a nadie, excepto algunos loquitos pedestres y limitados.
—Marat, quizás es una cuestión de capacidad para hacer ruido. La mayoría de la gente debe ser hospitalaria y tolerante, sólo que en ciertos lugares hay loquitos exaltados que no soportan opiniones contrarias a sus certezas.
—Es posible, Ernesto. ¿Y esos loquitos serían minoritarios?
—Eso espero...
—Y a todo esto, ¿de verdad crees que ésta es una “ciudad maravilla”?
—Por favor, Marat, ni en mis sueños más delirantes. Es tan absurdo como creer que este pueblo tiene algo de pacífico a causa de su nombre...
—¿No se enojará alguien por tu opinión?
—No creo... ¿o habrá algún provinciano?
Columnas de ERNESTO BASCOPÉ