Libertad para los bufeos
Durante toda la anterior semana, llamó la atención un incidente natural en un arroyo del sindicato Capinota: una pareja de delfines rosados (Inia boliviensis), más conocidos como bufeos (una hembra con su cría) habían quedado atrapados en un arroyo, producto de la crecida del río, sin que pudieran volver a su hábitat natural.
Estaban allí desde el pasado 12 de abril, pero la noticia del incidente cobró tal fuerza que propios y extraños se arremolinaron en el lugar para verlos, desde los lugareños hasta el propio expresidente Evo Morales, pasando por los periodistas que buscábamos buenas fotos para nuestras portadas.
Es lo natural. No es común ver delfines rosados en nuestros ríos, sobre todo si se toma en cuenta que se trata de una especie endémica, de la que apenas existen 171 ejemplares registrados en los ríos del trópico cochabambino, de los 5.000 que se calculan en todo el país. No hay bufeos en ningún otro lugar del mundo.
Es tal, el fenómeno y el desconocimiento general que los vecinos, en primera instancia, habían pensado en “cazarlos”, atribuyéndoles, en su supersticiosa concepción, el ser los causantes de los últimos desastres naturales. Evo Morales había propuesto tenerlos en cautiverio como un atractivo turístico e incluso habló de traer a expertos cubanos, y todos, de alguna manera, querían acercarse a los cetáceos, tocarlos, tomarse fotos con ellos. Fue necesario colocar una rejilla en la orilla del arroyo para evitar mayor contacto, aunque eso no evita el arremolinamiento de gente curiosa.
Es que los expertos ambientalistas ya han dado su veredicto: es imposible tenerlos en cautiverio por mucho tiempo; la naturaleza de estos animales es el río abierto; sufren de estrés por tanto contacto humano; su alimentación será cada vez más escasa, y el agua del arroyo donde están atrapados irá bajando día que pasa, de acuerdo con la estación. Por si fuera poco, los delfines rosados son de naturaleza migratoria (recorren hasta 100 kilómetros en un mes para alimentarse y reproducirse), comportamiento que no es posible en un arroyo. Esta pareja está condenada a morir si se mantiene en cautiverio.
En síntesis, los bufeos no son juguetes, no son atractivos turísticos, no son mascotas, son cetáceos únicos en el mundo, endémicos, en peligro de extinción, y lo que corresponde es dar paso a los expertos que, con el respaldo logístico de autoridades municipales y de la Gobernación, puedan hacer efectivo el traslado a su verdadero hábitat.
Hasta donde se tiene información se conformó una comisión interinstitucional para evaluar criterios técnicos, legales y sociales con el propósito de elaborar un plan para llevarlos a su hogar, probablemente en mayo.
Será lo más acertado. La mejor forma de conservarlos es simplemente dejarlos libres.