Castillo y Fujimori van al balotaje en un Perú totalmente polarizado
Con el hastío de una partidocracia corrupta que ha sepultado a cuatro presidentes en una sola legislatura, con más de 300 muertes diarias por el coronavirus y una crisis económica que aumenta más, los peruanos acudirán al balotaje de hoy para elegir entre un profesor sindicalista de la extrema izquierda, Pedro Castillo, y la derechista, Keiko Fujimori.
Castillo que lidera el partido Perú libre, ganó la primera vuelta con el 19,09 por ciento, superando a Fujimori, quien obtuvo el 13,37 por ciento de los votos en la primera vuelta electoral de abril pasado.
Los dos postulantes aspirantes a la presidencia están situados en las antípodas de la política peruana.
Keiko, de 45 años, defiende la economía de libre mercado mientras Castillo, de 51, aboga por un activo papel económico del Estado, incluso con nacionalizaciones.
El profesor promete convocar a una Asamblea Constituyente, pero ella defiende la carta magna vigente, promulgada por su padre en 1993 y que privilegia el liberalismo económico.
El analista político Augusto Álvarez Rodrich considera que “los dos candidatos despiertan grandes prejuicios en la población, que se expresa en el antifujimorismo y anticomunismo”.
“Los dos tienen reparos de la población, pero la democracia establece que se debe optar por uno de ellos, lo que pone a los peruanos en una encrucijada. Optar por uno parece ser una elección entre el dengue y el Covid-19”, escribió el analista y columnista del diario La República.
Álvarez Rodrich destacó que los dos dicen que indultarán a condenados por la justicia: “Keiko a su padre y Castillo a Antauro Humala. Esos son antecedentes muy negativos. ¿Votarían en Chile por el nieto de Augusto Pinochet?”.
Acusaciones
El padre de Keiko, Alberto Fujimori, cumple condena de 25 años por crímenes contra la humanidad y corrupción. Antauro Humala es un militar nacionalista radical condenado a 25 años por dirigir una rebelión armada en 2005 y es hermano y rival político del expresidente Ollanta Humala.
Adversarios políticos han tratado de ligar a Castillo con la Venezuela de Nicolás Maduro. En Perú, viven más de un millón de venezolanos que escaparon de la crisis en ese país.
Sobre Castillo pesa la sombra de su cercanía al brazo político de Sendero Luminoso, algo que él niega con firmeza. Cuenta con el apoyo del Perú profundo, tan olvidado en Lima, y de campesinos y maestros.
Según Castillo, el pueblo peruano “debe dejar de creer en caudillos y oportunistas” e incluso en algunos partidos aliados a transnacionales mafiosas como la empresa brasileña Odebrecht.
Por su parte, Fujimori tiene pendiente un proceso por iniciarse en su contra y 42 coinculpados por lavado de activos con fondos electorales recibidos años atrás de la citada y otras empresas, según el fiscal del caso, que pidió para ella 30 años y 10 meses de cárcel.
El politólogo Roberto Covarrubias Núñez considera que tras el balotaje no solo habrá polarización ideológica, sino también geográfica, entre Lima y la opulenta costa norte versus “el resto del país andino y rural”.
El analista consideró que esa polarización que se expresa territorialmente también va a ser una polarización en la opinión pública.
Campaña de “antis”
El apoyo a Fujimori -que cuenta con un abrumador respaldo mediático y de figuras como el nobel de literatura Mario Vargas Llosa- está plagado de un exacerbado anticomunismo.
Durante la campaña para la segunda vuelta, muchos peruanos estuvieron obligados a sopesar dos corrientes definidas por el rechazo a la postura rival: “antifujimorismo” o “anticomunismo”.
Ambos candidatos intentaron, con torpeza y virajes estratégicos, captar a los votantes más indecisos durante la campaña electoral, pero sin ases bajo las manga.
Fujimori, que de ganar la presidencia eludiría un juicio por el que le piden 30 años de prisión por lavado de dinero, se ha servido de la retórica “anticomunista” para “alertar” del “peligro” de un eventual Gobierno de Perú Libre.
A la amenaza de que el país puede ser “una nueva Venezuela”, combinaron el “terruqueo”, las acusaciones de vínculos terroristas que la derecha peruana emplea sistemáticamente para referirse a cualquier postura de izquierda.
Por su parte, Castillo apostó por un improvisado periplo territorial y moderó su discurso para deslindarse de la controvertida figura de Vladimir Cerrón, presidente de Perú Libre, ideólogo del partido y quien ha sido condenado por corrupción.
El destino de ambos candidatos presidenciales está en manos de los votantes, quienes no elegirán a su candidato preferido, sino a aquel o a aquella que perciben que será menos dañino para Perú.
Datos Agencias e Internet
PEDRO CASTILLO
Profesor de 51 años, nació en Puña, un pueblo del distrito de Chota, en Cajamarca, donde vive y trabaja como maestro de una escuela rural desde hace 24 años. Ha anunciado que, en caso de llegar al poder, Perú recuperará el control de sus riquezas energéticas y minerales, como el gas, el litio y el oro, ahora bajo control de multinacionales.
Para combatir la inseguridad, propone que Perú se retire del Pacto de San José para restablecer la pena de muerte a los delincuentes.
KEIKO FUJIMORI
A sus 45 años, casada y madre de dos hijas, Keiko lidera desde hace 15 años el fujimorismo, una exitosa amalgama populista de conservadurismo moral y economía neoliberal que su padre, Alberto Fujimori, dejó como herencia tras llegar al poder en 1990 derrotando al favorito, Mario Vargas Llosa.
COMPROMISO PARA MODERAR LAS ANTÍPODAS
Jonathan Castro. Politólogo peruano
Hace dos semanas, la derechista Keiko Fujimori y el izquierdista Pedro Castillo, sellaron sus firmas en un pacto denominado “Proclama ciudadana”, que tiene como objetivo fundamental respetar la institucionalidad democrática si llegan al poder.
Ambos candidatos antagónicos se comprometieron a mantener el orden constitucional, a respetar y defender el derecho fundamental a la vida, garantizar los derechos humanos de la población y la libertad de prensa. Asimismo, prometieron que no van a buscar ni intentar ningún mecanismo de reelección al culminar su mandato en 2026.
Los programas de gobierno de ambos candidatos son ampliamente opuestos. Mientras Fujimori defiende el libre mercado, Castillo apuesta por un rol económico activo del Estado, incluyendo nacionalizaciones de empresas. Sin embargo, ambos coinciden en varios temas: ambos son provida, defienden la familia tradicional, no dan prioridad a los derechos de la comunidad LGTBI ni al enfoque de género en las escuelas.
Pero ambos candidatos están en posiciones muy extremas y ninguno de los dos extremos le haría bien al Perú.
El fujimorismo ya cuenta con un registro de malos manejos institucionales.
Por el lado de Castillo, si bien no ha sido autoridad ni gobierno, los aliados que tiene y el ideario que presenta, contra empresas transnacionales y organismos constitucionales, dejan la duda de si sería un presidente democrático.
En el ámbito económico, Fujimori ofrece un capitalismo popular y Castillo la estatización, pero ninguna de las propuestas sería actualmente viable.
En estas condiciones acude Perú, con inestabilidad política desde 2016, a unas elecciones que amenazan con polarizar al país.