Con H2O
Cuando cumplí 50 años, no me dio pena. Al contrario, me dio una alegría interna maravillosa. Sentí cómo ahora sí podía mirar atrás. Mirar el camino andado y reflexionar en lo logrado y revisar lo no terminado. Esa sensación se mantuvo hasta que cumplí los 60.
Los 60 me trajeron otra sensación, la de la maravilla del recuerdo. Caras, lugares, amigos, no tan amigos, hermanos, primos, vecinos… Todos entraban en mi calendario de recuerdos, días dedicaba a recordar especialmente algo, alguien o simplemente oler memorias.
Los 65, que son los que tengo en este momento, me han traído otra sensación: el asombro y la impaciencia.
La crisis del agua en Cochabamba no es novedad, la crisis del agua ha sido endémica y siempre con crisis, unas más, otras menos, pero el tema ha estado siempre presente. Recuerdo cuando iba a buscar agua a la pileta pública en la ahora plazuela 4 de Noviembre, recuerdo ir a buscar agua a la vertiente en la Simón López, sacar agua de un pozo que el vecindario abrió. La ausencia de agua por lo tanto no es novedad.
Lo que sí es novedoso es que ahora parece que la escasez del agua es el resultado de la incompetencia de unos administradores. El Presidente ha manifestado su sorpresa porque no le informaron, el Vicepresidente dice que la Pachamama se ha dado la vuelta y se ha cabreado. Las autoridades se lamentan y dicen que es el cambio climático, lo cual es cierto, pero no es la razón ni única ni novedosa en el contexto cochabambino, ni en el paceño o el orureño. Es más, me sorprende que los encargados de administrar el agua, sólo ahora, digan que el agua es un problema.
Estas personas ¿no han estado jamás en La Cancha? ¿No han sentido el llamado de la naturaleza y salir corriendo de los mingitorios y cagar u orinar donde sea menos en esas cuevas con olores nauseabundos? ¿No han sido testigos de la falta de agua en los mercados, en los lugares más obvios como las casas de la zona sur, de San Pedro, Muyurina, Sarco, etc.?
¿De dónde sale la sorpresa ahora? Un crecimiento urbano descontrolado. Un sistema de abastecimiento de agua basado en compras de agua a inescrupulosos aguateros. Misicuni sigue siendo esa especie de inversión ad-eternum sin ningún resultado real en más de 50 años.
Las lagunas, tanto la Alalay como la Angostura, son un foco de malos olores y de una administración incompetente, la primera, y la segunda campo de batalla de regantes y canales que reciben clandestinamente, (con el conocimiento de autoridades) aguas servidas y negras. Cochabamba hiede y no es de ahora, que hieda más, es verdad. Pero no es la falta de agua solamente es la falta de una planificación seria y con vistas al crecimiento vegetativo y la ampliación de la marca urbana.
¿Tenemos una política de acumulación de aguas en represas o pantanos para el suministro de agua?
Que la Pachamama está cabreada, es verdad, que el tema del agua sea novedad ¡mentira!
Basta con caminar por las calles de la ciudad, cualquier ciudad de Bolivia, para darse cuenta de que el agua no es un tema de hoy. Lo que es novedad es que ahora se den cuenta de su imbecilidad en planificación de este recurso.
Ya alerté: los 65 llegan con asombro e impaciencia.
El autor es historiador.
Columnas de CARLOS F. TORANZOS