Empresas públicas deficitarias
Los últimos días salió la noticia de que las empresas públicas registraron (al mes de abril de la presente gestión) un déficit de Bs 1.841 millones. Aunque el título de la misma, por sí es bastante tendenciosa, es preferible analizar los hechos en su real dimensión.
Para empezar, debemos hacer notar que existen ingresos y egresos corrientes, además de ingresos y egresos de capital.
Los ingresos corrientes son las acciones administrativas propias de las empresas, generadas por la venta de productos o servicios en el área a la cual se dedican.
Por ejemplo, la venta de hidrocarburos en el caso de YPFB. De la misma manera, los egresos corrientes son aquellos recursos asignados para producir el bien o servicio, así, tenemos el pago de sueldos, pago de servicios básicos como luz agua y otros, con la particularidad que dentro de estos gastos se incluyen las regalías e impuestos que están destinados a gobernaciones, municipios y universidades.
La diferencia entre los ingresos y los egresos es lo que genera el superávit o el déficit. De acuerdo con los datos de los cuatro primeros meses, el déficit corriente fue de Bs 12 millones (ingresos Bs 13.422 millones y egresos Bs 13.434 millones).
Si observamos los egresos por regalías e impuesto sobre hidrocarburos, su suma alcanza a Bs 1.008 millones; este egreso corriente es el pilar fundamental de las inversiones en gobernaciones, municipios y universidades. El pago de Tributos (Bs 3.223 millones) también son ingresos importantes para el Estado, los cuales también se distribuyen a las entidades beneficiarias.
Los ingresos y egresos de capital están relacionados con las inversiones que realizan las empresas y sus respectivos pasivos y patrimonios.
En el caso de las empresas públicas, como ingresos de capital figuran las donaciones y transferencias de capital, tanto externas como internas. Entre los egresos de capital tenemos las inversiones en activos reales, tales como edificios, equipamiento y maquinarias. En este rubro se genera el “alarmante déficit” ya que los ingresos alcanzaron a Bs 489 Millones y los egresos a Bs 2.318 millones. La diferencia de Bs 1.829 millones es financiada por crédito interno.
Esta diferencia entre ingresos y egresos de capital, también se da en iniciativas privadas -es lo que popularmente nos dicen “los primeros años del negocio siempre hay perdidas”- y esta diferencia se encuentra en directa relación con el retorno de la inversión, la cual se recupera de acuerdo con la tasa de rendimiento que en la mayoría de los casos dura entre ocho a 12 años.
En este aspecto, no se debe satanizar la participación del Estado en la administración de empresas. Evidentemente, el Estado, por naturaleza, debe estar más inclinado a lo social que al lucro comercial o financiero, no olvidemos que en la década de los años 90 y la primera década de 2000, las empresas transnacionales enajenaban las regalías e impuestos a los hidrocarburos para un mayor beneficio empresarial.
Bajo la premisa del premio nobel de economía 2001, Joseph Stiglitz (uno de los principales críticos de la globalización y del neoliberalismo), los dogmas rígidos de la economía ya no tienen cabida en la economía moderna.
A los países latinoamericanos que siempre hemos obedecido los lineamientos del FMI, Banco Mundial y otras entidades, no nos trajeron nada bueno. Es recomendable que la actual participación del Estado en la economía sea más dinámica, para obtener mejores resultados que beneficien a la mayoría de los bolivianos.
El autor es economista.
Columnas de MIGUEL ANGEL MARAÑON URQUIDI