Premeditación y “ventosía”
No sé si hago bien, pero prefiero recordar a Mario Moreno, el gran Cantinflas, y una de sus ocurrencias jurídicas, que bien calarían a fallos de algunos jueces del obsecuente Poder Judicial y la diligencia arrodillada que demuestra la Fiscalía, cuando de servir intereses del Poder Ejecutivo se trata.
Lo aclaro porque pensaba nombrar esta nota con el ¡Vaya errorcillo!, con que en abril de 2006 Los Tiempos de Cochabamba se refería al “error” con que la “serruchadora” del Primer Presidente Institucionalizado Servicio Nacional de Caminos, José María Bakovic, con apoyo del Viceministerio de Coordinación con los Movimientos Sociales (lo que de sí es una “ventosía”), tapujaron la promulgación del Decreto Supremo 28623. Cabe recordar a este pueblo sin memoria que con tal DS se autorizó a suscribir sin previa licitación pública como establece la ley, un contrato por la friolera de 130 millones de dólares con un consorcio de empresas brasileñas, para construir la carretera Potosí-Uyuni. De yapa se facultaba contratar la supervisión de la obra.
¡Esas sí eran jugosas épocas!, acotaría yo, comparadas con el escandalete del error en saldos bancarios del Presidente, que sospecha de premeditado la mandamás de la Unidad de Investigaciones Financieras (UIF). Llora la esposa ante tanto castigo y pobrecillo el burócrata que tal vez quería ganar indulgencias con el Jefazo. Aparte de la celeridad con que fue encarcelado sin derecho a decir esta boca es mía, ahora queda por aclarar si los saldos eran en bolivianos o en dólares de los añitos de gozo del poder. Sin contar cartas y espadas. Cartas, digo, serán los días de menú a la carta preparado por chef gurmé; espadas, insisto, serán los millones de viáticos a cobrarse una vez salga de la silla el “asentado” en el poder que hace poco mencionó el loco Percy. ¡Otro festín de los abogados!, el lío se ha vuelto politiquero: si revelar saldo de cuentas mostraba una transparencia electoralista, al inculpado le acusaron con todo un arsenal de penas, siendo que ni tenía cargo relevante ni se causó daño al Estado.
En mis tiempos se castigaba con un par de domingos de arresto y olvidarse de lucir el uniforme para encandilar damitas en El Prado o trompearse con cadetes de la Policía. Pero los jugosos detalles del robo de lo más sacrosanto de la simbología del poder en Bolivia hacen del Estado Plurinacional el hazmerreír del mundo, una vez más, y harán del oficial de ejército un chivo expiatorio.
Los detalles merecen trato aparte. Aparte del irrespeto equivalente a que Harrison Ford como Indiana Jones perdiera el Arca donde se guardaban las Tablas de la Ley que Dios entregó a Moisés, es que el soldado tirara la banda presidencial y la Medalla de Bolívar al asiento del carro y les cubriera con un trapo. ¿O es que en el fragor eleccionario se ha vuelto a tiempos en que Evo despreciaba los símbolos patrios de la República de Bolivia, para favorecer invenciones del “proceso de cambio”?
Y no era por ninguna “ventosía” que urgía aliviar Juan de Dios, que debe renombrarse en fasto tiahuanacota como Juan de Supay. Contrató servicios sexuales en dos puteríos alteños, donde dicen que conviven milicos y prostitutas; bueno, quienes serán, porque los militares gozan de 182 por ciento de incremento en los años de Evo Morales, dice el Ministro de Defensa, quizá para comprar lealtad detrás de las arengas de “Patria o Muerte, Venceremos”.
Debe causar carcajadas en La Moneda chilena, que por si acaso es su Palacio de Gobierno, sin que a Allende, Pinochet o a Piñera malgastaran en un fastuoso edificio en el centro santiaguino. Un masista declaró que no hay ningún lujo en el Palacio de Evo, que persisten en llamar Casa Grande del Pueblo, como si los lustrabotas de la Plaza Murillo pudieran entrar cuando quisieran y guardar allí sus cajas con betún, cepillos y paños. ¿Será que los bolivianos tienen en sus hogares caprichitos como gimnasio y sauna? Algunos ni tienen agua y alcantarillado domiciliario.
Quizá hoy Evo Morales quiere proyectar una imagen de austero y justiciero estadista, antes de las elecciones de 2019 y la sombra con que le acosan colectivos nacionales del BOLIVIA DIJO NO, del referendo del 21F. Al mismo tiempo, malgasta el dinero de los bolivianos en tecnología cibernética de espionaje a la libre expresión al inventar “ciber-crímenes” que ni Hitler ni Stalin poseían. ¿Existe duda de que tenemos una dictadura en ciernes?
El autor es antropólogo.
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