Bolivia en La Haya y el 21 F
Ignacio Vera Rada
Este pobre país se halla entre dos cosas apremiantes que ocupan la mente de sus más fervientes patriotas, hombres de acción y pensadores.
Hay algo que se llama Derecho boliviano al mar, y es el resultado de los varios intentos que a lo largo del tiempo la diplomacia boliviana ha ejecutado con el fin de que el país regrese a la costa para tener un puerto útil.
Sería una ingenuidad pensar que la CIJ dará mar a Bolivia. Lo que los sensatos y prudentes esperan es un fallo favorable, ciertamente, pero con matices.
Algunos expertos hablan de ambigüedad; otros, de tibieza o vaguedad en el marco de la favorabilidad final del dictamen. Lo que yo calificaría ya como un gran fallo favorable a Bolivia sería que la Corte obligue a Chile a negociar, sin importar tanto el tiempo que se deba invertir en las negociaciones, pero que lo fuerce a negociar.
Pero hagamos ahora referencia al otro gran problema que atosiga la conciencia del buen boliviano.
Hablo de la democracia y la institucionalidad. Y es que hay una vinculación indirecta entre proceso de La Haya y la democracia boliviana.
El resultado del juicio ha de tener consecuencias en las pulsiones políticas referentes a las elecciones de 2019, qué duda cabe. Pero hay que saber distinguir y separar las cosas. El fin del proceso judicial boliviano ha de repercutir en la fuerza electoral de los potenciales candidatos y ha de despertar vivas pasiones políticas. Las masas han de ser arrastradas por el discurso inflamado de patriotismo, pero ¡sepamos diferenciar que lo uno es una política de Estado y no la de un solo Gobierno y que lo otro concierne a la salud moral de todo un país! Son cosas independientes que deben ser asimiladas con sentido crítico y prudencia, ¡prudencia sobre todo!, que es el miedo sabio, según Tamayo.
Licenciado en Ciencias Políticas
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