Covid, luchar, aguantar, superar
En esta segunda ola, uno de los países grandes que más está sufriendo es Alemania, el país, que tiene uno de los mejores y más equitativos sistemas de salud, uno de los mejores sistemas educativos, y una población amaestrada al extremo de que (casi) ningún peatón se anima a cruzar la calle cuando el semáforo está en luz roja, aunque la soledad y el silencio abrumen en esa esquina. Y sí, son puntuales hasta en vacaciones.
Esta realidad, haber tenido más de mil muertos por día durante más de una semana, nos puede angustiar enormemente, porque si eso puede pasar en ese país, ya podemos imaginarnos lo que nos espera a nosotros, con un sistema de salud paupérrimo, con muy mala educación, con enorme pobreza, y con una población incapaz de seguir las más elementales reglas.
Lo cierto es que a Alemania, sí la Alemania de Angela Merkel, le ha ido estas semanas peor que al Brasil de Bolsonaro, y a los EEUU del impresentable Trump y, esto debe ser subrayado, parece ser que las medidas que toma un gobierno, que seguramente tienen un cierto efecto, en realidad no significan mucho a la hora de enfrentarse a una pandemia como la que nos toca.
Y eso es algo que deberíamos entender y asociar a nuestra realidad. No se trata de cuan bien, o cuan mal lo hizo Áñez en su gestión, ni de lo que esté haciendo el Gobierno de Arce, el resultado, nuestro periplo, nuestro destino, nuestro Schiksal, será muy parecido. En términos generales, es obvio que es mejor tener más hospitales que menos, es obvio que es mejor tener más médicos que menos, y más material médico y medicinas, y desinfectantes que menos, pero, aclaremos, parece ser que los resultados de la pandemia, sean menos duros, o más, no dependen sustancialmente de la actitud o de las medidas que tome un gobierno.
Esto creo que es importante de entender y socializar, para no perder el tiempo con las peleas vulgares de la politiquería, para que nadie trate de beneficiarse, o beneficiar a su partido de la desgracia del pueblo, de nuestra desgracia, sea esta la terrible muerte de un ser querido, o el aislamiento o la pérdida, a veces total, de ingresos y el consiguiente empobrecimiento.
Algo interesante en el caso de Angela Merkel, es que ella no ha sufrido, que su popularidad no ha menguado, debido a la terrible situación del covid, eso tiene ante todo que ver con el capital social y político que ella tiene, hasta la izquierda de su país, la respeta, algo muy diferente en el caso, de Trump, o Bolsonaro, que no convencen ni a quienes votaron por los ellos. En casa, Arce no tiene, y Áñez no tuvo, el capital social para enfrentar este desastre, gracias al cual, la segunda perdió el chance de ser elegida, y el primero es posible que tenga que verse en figurillas en los próximos meses.
Debemos entender que esta es una pelea de todos, que debe ser librada en su conjunto, es tan penoso y canalla que Arce y los suyos critiquen las políticas de Áñez, como que ella y la oposición actual hagan lo propio, más allá de que, por supuesto, la fiscalización debe tener lugar. Lo que nos pasa no debe convertirse en un concurso de quien lo hizo peor.
La segunda ola se nos viene con todo, y hay que tomarla muy en serio, pero la experiencia de la primera nos da enormes ventajas, podemos aprender de los aciertos y de los errores de lo que pasó el año pasado, pero es imperativo sacar de la discusión las premisas de que todo lo anterior estuvo mal, o todo lo que se hace ahora está peor. Tenemos además la ventaja de que la vacuna está a la vista, este es el momento de como dice el presidente Arce, aguantar. Morir o sufrir enormemente a pocos meses de poder acabar con la pesadilla puede ser el resultado de la mala suerte, pero puede ser también el de malas decisiones tomadas en un momento de debilidad. A cuidarse se dijo, falta poco, ya hemos pasado el intermedio, el concierto está por terminar.
El operador es operador de turismo
Columnas de AGUSTÍN ECHALAR ASCARRUNZ