Retomar la carretera a Beni
La realización de la Feria Exposición Internacional de Cochabamba (Fexco), cuya segunda versión concluyó ayer con rotundo éxito, puso en escenario algo que no fue tan destacado por el foco mediático nacional, pero que tampoco pasó desapercibido, al menos para los asistentes al evento: la añeja demanda de la carretera Cochabamba-Beni.
Durante los actos principales de la Feria, tanto de inauguración como de clausura, los industriales y los empresarios exigieron a las autoridades concluir los 44 kilómetros que faltan de la mencionada carretera, a tiempo de resaltar que el sueño de los empresarios y los cochabambinos es convertirse en el eje articulador del polo de desarrollo nacional.
Cochabamba debe ser el centro de distribución y almacenaje de carne y soya de Beni, y para eso está el Parque Industrial Santiváñez, y desde ahí se deben enviar los productos al resto de Bolivia, comentaba el presidente de los industriales cochabambinos, Amilkar Rocha, a tiempo de resaltar que, del otro lado, Cochabamba puede ofrecer a Beni frutas, hortalizas, huevos, aves parrilleras, urea, sal y calcita para la agroindustria.
Asimismo, indicó que sólo con la carretera se podría generar un crecimiento del 3 por ciento del PIB para Beni y 1,5 por ciento para Cochabamba, sólo el primer año, sin contar con los más de 120 mil empleos como efecto multiplicador.
En este mismo contexto y como para apuntalar aún más la demanda de integración entre ambos departamentos, la Federación de Empresarios Privados de Cochabamba (FEPC) anunció la primera ronda Bidepartamental Agropecuaria que permitirá generar 14 millones de bolivianos al sector agroproductivo de ambas regiones.
Las razones económicas sobran, pero el triste desenlace del anterior capítulo, que incluyó una represión a la marcha indígena del Tipnis (25 de septiembre de 2011) parece presentar aún heridas frescas, por lo que el debate es retomado de forma aún tímida. La torpeza con que se manejó el tema aún está a flor de piel y posiblemente tenga que ser la siguiente gestión gubernamental la que retome el proyecto.
De cualquier manera, para quien le competa, esta vez deberá plantearse de modo previo un diálogo con todos los sectores involucrados, comenzando por los indígenas (principales afectados), pasando por los ambientalistas, empresarios, autoridades locales y nacionales, y terminando en el resto de la población, a fin de buscar la mejor manera de concluir la obra, con el menor daño ambiental posible y dejando de lado todo escollo político o demagógico.
Todos saben que ya están asfaltados los tramos I y III, y que sólo restan 44 kilómetros del II, justamente donde está el meollo del conflicto: el Tipnis. Es un desafío que habrá que afrontarlo con la mayor inteligencia posible.