Tolerancia relativa: Conservamos buenos valores, pero también varios prejuicios
Los bolivianos conservamos muchos valores, como la honradez, la paz, el respeto a la vida, la educación de nuestros hijos y la vida sana sin drogas ni alcohol (al menos discursivamente), pero también subsisten los temas tabú: condenamos enérgicamente el aborto, la homosexualidad, la prostitución, las relaciones sexuales premaritales, el suicidio, la eutanasia y otros.
Éstos y otros datos, que el Foro Regional, formado por Ciudadanía, Ceres y Los Tiempos, presenta en esta edición con motivo de las fiestas patrias, están contenidos en la Encuesta Mundial de Valores (EMV), un estudio sobre valores sociales, actitudes y percepciones que se viene realizando desde hace casi 40 años, cubriendo alrededor de 100 países.
El diseño, ejecución y análisis de esta encuesta, aplicada en Bolivia, está a cargo de Ciudadanía, Comunidad de Estudios Sociales y Acción Pública.
En la encuesta, la mayoría de la población consultada dice que “nada justifica” evitar pagar el pasaje del micro (35 por ciento), robar (79 por ciento), engañar en el pago de impuestos (66 por ciento) o aceptar sobornos por favores en las entidades públicas (65 por ciento), lo que devela un alto espíritu de honradez.
El boliviano también censura la violencia. “Nada justifica” que un hombre maltrate a su esposa (76 por ciento de condena), pegar a los hijos (52 por ciento), la violencia contra otros (65 por ciento), el terrorismo como medio político, ideológico o religioso (70 por ciento), la violencia política (55 por ciento) o la pena de muerte (44 por ciento).
Pero en los “temas tabú”, los bolivianos aún tomamos una posición conservadora. Para nosotros, “nada justifica” la homosexualidad (44 por ciento), la prostitución (53 por ciento), el aborto (66 por ciento), el divorcio (34 por ciento), las relaciones sexuales premaritales (33 por ciento), el suicidio (68 por ciento) y la eutanasia (49 por ciento).
Un dato llamativo: los bolivianos no queremos tener vecinos drogadictos (84 por ciento piensa así) ni borrachos (56 por ciento). Eso sí, seríamos más tolerantes con vecinos de otra raza (el 94 por ciento afirma esto), extranjeros (89 por ciento), que tengan VIH/sida (79 por ciento), de otra religión (97 por ciento) u homosexuales (70 por ciento).
Esta aparente apertura de tolerancia ala identidad sexual, sin embargo, se ve opacada cuando se consulta a los bolivianos si los homosexuales pueden ser tan buenos padres como los heterosexuales. El 44 por ciento no está de acuerdo. Los que apoyan esta afirmación llegan sólo al 37 por ciento, y el resto se declara en punto medio.
Y si bien seríamos tolerantes con un vecino que profese otra raza, nacionalidad o religión, el 50 por ciento considera que la única creencia aceptable es la suya propia.
Los bolivianos tampoco estamos de acuerdo (56 por ciento, apenas un poco más de la mitad) en privilegiar las fuentes de trabajo para los hombres (si hubiera desempleo), pero el 52 por ciento de los encuestados cree que habrá problemas en casa si la mujer gana más que el hombre. ¿Entonces?
70% acepta un vecino gay sin embargo, el 44 por ciento cree que los homosexuales no serían tan buenos padres como los heterosexuales.
ANÁLISIS
Santiago Laserna. Ceres
Nuestro grado de tolerancia sube, pero no tanto
Latinoamérica, como el resto del mundo, vive cambios profundos y acelerados, gracias en parte al rápido acceso a la información (y desinformación). Estos cambios, junto con nuevas configuraciones demográficas en la población, migración, aumento en los niveles de alfabetización y reducción de la pobreza, han tenido un efecto sobre las opiniones y los valores en la sociedad. Es por esto que cabe preguntarse, tan entrado el siglo XXI, cuán tolerantes somos los bolivianos y cuáles son los estereotipos que nos dominan, cuáles son nuestros valores morales.
Los datos muestran que nuestro grado de tolerancia hacia otros es más elevado de lo que permite suponer una región de tan fuertes costumbres religiosas. La población encuestada se inclina a no molestarse si comparte vecindad con una pareja no casada, gente de otra raza o que habla otro idioma, si son extranjeros o si tienen una religión diferente. Pero muestra poca tolerancia hacia comportamientos adquiridos como el del consumo de drogas o la bebida. Más importante aún, al momento de preguntarles si consideran que la tolerancia y el respeto hacia los demás es una prioridad en la educación de sus hijos, la respuesta fue muy positiva. Aunque debería preocupar que valoren poco la imaginación y la independencia, que figuraban muy por debajo en la lista de valores que deben ser inculcados en los hijos.
La respuesta tampoco es muy positiva en el caso de la tolerancia a homosexuales, a pesar de que casi el 60 por ciento afirma que no les molestaría tenerlos como vecinos. La población parece estar dividida al momento de responder si están de acuerdo o no con que las parejas homosexuales pueden ser tan buenos padres como otras parejas. Paralelamente, la gran mayoría se inclina a decir que nada justifica la homosexualidad, mostrando una falta de consistencia. De todas maneras, en el contexto internacional esta respuesta coloca a Bolivia en la mitad más tolerante a la homosexualidad.
Finalmente, la población encuestada mostró ser muy conservadora respecto al aborto, con una mayoría abrumadora que afirma que el mismo nunca está justificado. Esta respuesta posiciona en el contexto internacional a Bolivia dentro de la mitad más intolerante al aborto.
“Nuestro grado de tolerancia hacia otros es más fuerte de lo que permite suponer una región de tan fuertes costumbres religiosas”