Comercio se desborda en Urkupiña y vendedores entran hasta el santuario
El Calvario parece tener más vendedores que compradores. Al menos esa es la impresión que da la presencia del comercio que prácticamente ha cercado el santuario de la Virgen de Urkupiña, en el cerro de Cota, a 13 kilómetros de la ciudad en el municipio de Quillacollo.
Ya no sólo hay vendedores de amuletos, billetes de fantasía, incienso y miniaturas en la avenida Martín Cárdenas hacia el Calvario, sino en las calles cercanas y en los alrededores de los canchones para estacionamientos. Decenas de personas han improvisado puestos hasta en carpas, de esas para ir de excursión, donde tienen su mercadería y también pernoctan junto a su familia.
Otro grupo de vendedores de velas, q’oas y miniaturas como casas, autos, tiendas, farmacias, micromercados, salones de belleza y otras actividades económicas se instaló en la puerta principal de entrada al santuario.
A ello se suma que otro grupo vende dentro del santuario amuletos, artesanías y ofrece diferentes formas para adivinar la suerte, desde la plata hasta con canarios.
En la parte alta del cerro, la cerveza llega por cajas sin que exista un control eficiente, sólo los voluntarios y religiosos intentan reducir el ingreso para evitar desmanes en especial de noche.
“ES MUY DIFÍCIL HACER EL CONTROL”
“Es muy difícil controlar el comercio, la Policía no es suficiente, la gente se entra y dice que tiene derecho a trabajar”, comentó la religiosa , Rosa Rodríguez, que junto a otras cuidan del santuario en el cerro de Cota.