Criadores de palomas mensajeras, una vocación que perdura en Cliza
En un tiempo en que la tecnología se impone aún hay quienes se dedican a la crianza de palomas mensajeras. Un ejemplo está en Cliza, donde se formó la Asociación de Colombicultura Alto Vuelo de Cliza, en el valle alto.
Una jaula de cuatro por dos metros, con suficiente luz del día, techada y enmallada, con plumas dispersas por el aleteo de las palomas, con comida y agua es el lugar donde con mucho afán, un joven de 24 años, que además estudia Derecho, saca tiempo para cuidar y entrenar a sus fieles palomas mensajeras.
Se trata del presidente de la Asociación Alto Vuelo, David Escobar, quien contó con emoción que desde hace seis años cría “desde pichones” a unas 50 aves. Entre ellas palomas mensajeras y otras de raza para exhibición.
Su afición por la crianza de palomas surgió cuando era niño, a sus 8 años, por el incentivo de su abuelo y su padre. Comenzó criando palomas comunes, como las que se ven en la plaza 14 de septiembre y ahora, su vida está dedicada a estos seres extraordinariamente fieles al lugar donde crecen y a sus criadores. “La paloma mensajera es fiel al lugar donde vive”, explicó.
David contó que apenas despierta les da de comer, les cambia de agua para que se bañen temprano por la mañana. Ve si los pichones están bien cuidados y después se va a la universidad. “Es una gran dedicación criar a las palomitas, porque es como criar a un perrito o a un gato”, dijo.
Cría a la mayoría de sus aves desde que eran pichones y las conoce muy bien, sabe quiénes son hembras, quienes machos, quienes pareja y quienes son familia. Ellas también lo reconocen por su particular silbido. “Las palomas son temerosas y desconfiadas a gente extraña”, dijo.
Las palomas mensajeras viven encerradas en las jaulas hasta sus cuatro meses, “ahí aprenden a aletear siguiendo el ejemplo de sus padres”.
Cuando cumplen los cuatro meses se las suelta para que se orienten y sepan dónde viven. “Nadie se explica por qué vuelven, pero sí tienen un gran sentido de orientación”, manifestó.
“A veces el ave no vuelve, ahí sabemos que no es buena paloma mensajera”, señaló. Por ejemplo, de dos pichones, normalmente se pierde uno.
Cuando el ave demuestra su sentido de orientación se la suelta poco a poco a mayores distancias a partir de los seis meses. “Desde donde se suelte a la paloma, buscará lugares familiares para volver a su palomar”, contó.
David explicó que la fidelidad de la paloma a su pareja, a sus pichones y al lugar donde se crió son factores importantes para su regreso.
Contó que hace poco soltaron a un pichón de prueba y llegó en cinco minutos desde la entrada de Tolata hasta Cliza, una distancia de ocho kilómetros.
Christian Ferrufino, otro apasionado, indicó que las palomas mensajeras son veloces y pueden llegar a superar los 90 km/h.
En Cliza, se realizan competencias con palomas mensajeras en tres modalidades: carreras de velocidad (50 km), medio fondo (250km) y de fondo (1000km). David llegó a soltar a sus aves desde Oruro, La Paz, Copacabana y “siempre volvieron”.
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Concursos a nivel local, nacional e internacional
Cada tres meses, en Cliza, se realizan campeonatos de carrera de palomas mensajeras, el próximo será el 28 de septiembre. Para ello preparan a las palomas un mes antes, cambiando de alimentación y estirando las alas con vuelos cortos durante el día, excepto, por las noches porque las palomas no ven y evitan las serranías, porque las aves pueden perderse.
Los socios de Alto Vuelo de Cliza participarán en 2020 en un panamericano y en 2021 en un campeonato internacional con sus mejores ejemplares que tendrán que volver desde Argentina hasta sus hogares en Cliza, en Cochabamba.