Vila Vila enamora con dos circuitos turísticos “a cielo abierto”
Dos circuitos “a cielo abierto” y más de seis atractivos que transportan al periodo cretácico y paleoceno son las apuestas de Vila Vila, un poblado en la región del cono sur de Cochabamba, que busca impulsar su turismo comunitario.
Este paraje colonial, cuyo nombre deriva de “wila wila” (rojo rojo en aymara) por el color de su tierra, está ubicado en la provincia Mizque, a 119 km de la ciudad. Hay dos rutas para llegar. El trayecto largo es el más frecuentado. Sin embargo, existe una vía corta y rápida que decidimos encaminar.
El primer destino —desde Cochabamba— es “el corazón del valle alto”, Cliza. Saludando parte de este municipio se llega hasta Toco, que ofrece un apetecible pan para continuar el viaje.
Un arco con la escultura de tres comunarios, un toro y dos ovejas da la bienvenida a nuestra siguiente parada: Sacabamba. Son 37 kilómetros de ruta empedrada con poco tránsito, verdes montañas y casas de barro. A medio camino, la antigua vía del tren acompaña la aventura custodiada por eucaliptos.
Ya cerca del destino, la ferrovía desaparece; se toma el último tramo de tierra y se llega a Vila Vila, pasando por Sivingani. Todo este viaje dura aproximadamente tres horas y media.
Villa Eufronio Viscarra, nombre con el que se fundó este lugar, cautiva por su belleza natural, su riqueza paleontológica y arqueológica. El río Mizque atraviesa la parte central del municipio próximo a Toro Toro.
El Valle de Marte se observa a lo lejos y da honor al nombre de Vila Vila con formaciones rocosas de arenisca rojiza que rodean al Portal de la Media Luna. Éste es el segundo atractivo del primer circuito que ostenta dos columnas de más de cinco metros unidas por una plataforma rocosa. A minutos, se encuentra un horno colonial de cal del siglo XVIII. Hasta este punto es posible llegar en vehículo; para seguir, toca caminar por escenarios naturales hacia la comunidad de T’ihupampa.
Rocas calizas distribuidas en una colina, decoradas por pequeñas flores azules, amarillas y rojas, acogen a este atractivo que, además, atesora fósiles petrificados de tortugas marinas, pequeños caracoles y cocodrilos de hace más de 60 millones de años. El ingreso sólo está permitido con guías comunitarios.
Tras cruzar parte del río y un callejón de piedra caliza, se llega al valle del Paleoceno. Un lugar “wila wila”, donde la erosión creó, con el paso de los años, una obra de arte. Cerrando esta primera ruta está el majestuoso cañadón de T’ihupampa.
El segundo circuito se encuentra a 20 minutos en auto desde la plaza de Vila Vila y un sereno recorrido de media hora a pie. Entre subidas y bajadas, se disfruta de los paisajes y se observa animales silvestres como el titi, un felino.
Las huellas de trilobites, un invertebrado marino prehistórico, están próximas al último atractivo. El sonido del agua que cae a lo lejos, provocando un efecto sosegador, conduce a la majestuosa cascada del Chilijchi de 150 metros de altura junto a sus piscinas naturales abiertas a los visitantes.
El encargado de Turismo, Timoteo Siacari, y los guías Mario Vallejos y Silvia Ferrel llenaron de historia esta aventura vilavileña.
SEPA MÁS
- La ruta alternativa o un bus hasta Vila Vila
Desde Cochabamba, se puede tomar una movilidad en la avenida República y Valle Grande. Las salidas son a las 7:00 y 14:00. El costo del pasaje es de 25 bolivianos. También se puede viajar optando por la ruta alternativa en un vehículo particular partiendo de Cochabamba-Mizque-Tin Tin-Chaguarani-Vila Vila.
- Guías comunitarios y bioseguridad
Los diferentes atractivos deben ser visitados obligatoriamente junto a guías comunitarios previa coordinación y con medidas de bioseguridad. Para mayor información, contactarse al 71413223 o visitar la página de Facebook Vila Vila Turismo - Cochabamba.