El circo aún vive con esfuerzo, pero necesita del aplauso del público
Las butacas llenas, las carpas gigantes y los anuncios en los medios son sólo recuerdos para los artistas de los circos, porque la realidad es diferente desde la llegada de la pandemia de la Covid-19. Más de uno asegura que es momento de reinventarse, pero mientras tanto el espectáculo se sostiene con las familias.
Tras dos años de pandemia, se cerraron cuatro circos y los que quedan redoblan esfuerzos para reconquistar la atención de los espectadores. Ese es el caso del circo Carioca, que realiza funciones aunque para un público reducido.
Función
A las 20:30 de un martes, los parlantes convocan a los vecinos que de la avenida Petrolera y La Tamborada, al sur, para presenciar una función en el circo.
“Hoy no hay público, pero aun así hay que dar lo mejor de nosotros”, dice Marco Fernández, el dueño del circo, quien observa del otro lado del telón la presencia de siete personas esparcidas en las butacas y sillas. Su carpa tiene capacidad para acoger a más de 300 personas.
El espectáculo se retrasa con varios minutos por instrucciones de Marco, que aún mantiene las esperanzas de que llegue alguna persona más. Al interior de la carpa hay varios materiales o indumentaria, como una esfera en la que un motociclista realizará más tarde acrobacias, una cuerda floja, un trampolín y otros equipos para el show.
A las 20:45 arranca el show y Marco da la bienvenida a los asistentes y les recomienda, como es habitual, mantener el barbijo y cumplir con las medidas de bioseguridad. Presenta a las bailarinas como primer acto.
Marco cuenta que mantener el circo a lo largo de los dos últimos años no ha sido fácil. Antes, contaba con un personal más numeroso, podía pagarles un sueldo, el negocio resultaba rentable; pero hoy son sólo cuenta con nueve personas, entre ellas su esposa, Guady, sus hijos y algunos de sus sobrinos. Todos son responsables de uno o dos números.
La cuarentena fue la peor etapa porque tuvieron que realizar otro tipo de actividades para subsistir. Entonces no generaban recursos porque no se permitían espectáculos.
El show se lleva a cabo. Las luces están apagadas, excepto la que apunta a los acróbatas que están el segundo número. Marco pide el aplauso del público, que se oye, pero no como la multitud que se solía escuchar en las mejores épocas y que retumbaban al interior de la carpa, el ambiente se llenaba de energía.
Luego de los acróbatas ingresan los payasos, probablemente el número más esperado: personajes con las caras pintadas que comparten monólogos sobre vivencias, sátiras sobre la pandemia, creaciones surrealistas que sacan una sonrisa, anestesian a los oyentes y les hacen olvidar la rutina por algunos minutos.
En Bolivia existen más de 70 circos entre grandes y pequeños. Más del 80 por ciento se concentra en Santa Cruz y el restante está esparcido en los departamentos. El circo Carioca es uno de los cinco que existe en Cochabamba. Tal vez haya más, pero no existe un dato oficial de la cantidad exacta.
La primera parte del espectáculo termina con siete números. Son las 21:15 y parte del elenco ofrece golosinas, manzanas con caramelo y sándwiches al reducido público que asistió. Hoy se generaron algunos pesos. Luego, nuevamente, arranca el show.
En esta segunda parte los números son menos pero variados: un motociclista al interior de una esfera, la domadora de palomas, malabares, acrobacia. Casi todos estos personajes estuvieron en la primera parte con otros papeles. Marco asegura que en la familia tuvieron que aprender otras cosas más. El espectáculo finaliza casi a las 22:00 y las personas se retiran poco a poco.
El dueño comenta que se intentó hacer lo mejor posible para que retornen o recomienden a otros sobre el circo. Desde la pandemia, los días son similares: poca gente y pocos ingresos. Lleva tres meses en este lugar y aún analiza la siguiente parada para así captar otros espectadores.
“Hay días buenos y hay días malos, hay cada lugar y público. Es que este oficio es un sacrificio, pero si nos apasiona, hay que seguir”, dice, optimista. Es hora de descansar, mañana habrá nuevos visitantes.
El circo aún vive
Para Moisés Gasaui, presidente de la Federación Latinoamericana de Circos, la exigencia del público es mayor, otros han tenido que optar por presentar cantantes o usar tecnologías, aunque no todos cuentan con la suficiente economía.
“El circo debe evolucionar, lo han hecho los de otros países, pero también es una lucha por quienes aún quieren conservar el circo tradicional. Se requiere el apoyo de las autoridades para su sobrevivencia”, argumenta.
Una posición similar tiene el presidente de la Asociación de Artistas Circenses en Variedades de Bolivia, Yadir Abuadba, sobre la búsqueda de la reinvención o evolución. Sin embargo, asegura que otra de las problemáticas que atraviesa el sector es la falta de espacios para el montaje de los circos debido a que los predios municipales disponibles están lejos de la ciudad, donde es difícil atrapar la atención del público y no son cómodos.
“El futuro del circo ya no es magnitud, tamaño; sino ahora es la reducción en tamaño y se apostar en ofrecer un mejor servicio con las tecnologías”, remarcó.