Médicos veterinarios: pasión, compromiso y amor por los animales
Detrás de cada animal sano y de cada vida salvada se encuentran médicos veterinarios que dedican sus vidas al aprendizaje y la defensa de estos seres. En el marco del Día del Veterinario y Zootecnista en Bolivia, cinco profesionales compartieron parte de su historia con Los Tiempos. Cada uno trazó su propio camino en esta noble profesión, unidos por una pasión inquebrantable y una búsqueda constante de la excelencia.
Motivado por la ciencia
Desde su infancia, Félix Rivas estuvo inmerso en el mundo de la medicina veterinaria. Su padre, un médico veterinario, le transmitió la pasión por esta carrera. “Lo más gratificante es recuperar el equilibrio en la salud de un individuo; ver a un paciente volver a sus funciones naturales es una recompensa inigualable”, comentó.
La ciencia y la investigación son su motivación, y se especializa en la medicina clínica y rehabilitación de aves rapaces, cuyo papel en los ecosistemas y la epidemiología lo fascina.
Enfatizó en la necesidad de mantenerse actualizado en un campo médico en constante cambio y aconseja a futuros veterinarios a tener “nervios de acero” y una mente abierta para seguir aprendiendo. Félix se forma recorriendo diferentes caminos junto a su gata, su fiel compañera. “Ella viaja conmigo”, contó.
Desafíos médicos
André Coca, enamorado de la fauna desde su infancia, eligió la veterinaria sobre otras carreras por su pasión por los animales. Como especialista en cardiología veterinaria, encuentra gratificación en ver a sus pacientes recuperarse y superar desafíos médicos, aunque también enfrenta momentos difíciles cuando debe tomar decisiones sobre la eutanasia.
“Es una de las partes más difíciles de nuestra profesión”, señaló. Sin embargo, “somos la voz que interpreta lo que nuestros pacientes no pueden decir”, señaló.
Su gato, Antoine Miaurice, es su compañero y fuente de motivación para continuar mejorando en su campo. “La profesión requiere mucho estudio, sacrificio. Pienso que es una de las profesiones más infravaloradas en Bolivia”, dijo.
El amor y la vocación
Para Mónica Ortuño, la inspiración para convertirse en médico veterinario proviene del cariño y la importancia que siempre les dio a los animales, además de una mentora. La gratificación más grande en su trabajo es ver a los pacientes recuperarse y sentirse amados. Sin embargo, enfrenta el desafío de tener que transmitir a los propietarios la falta de opciones en ciertas situaciones.
Especializada en la clínica de animales menores, considera que las mascotas propias influyen positivamente en la vida y la carrera de un veterinario. Aconsejó a futuros colegas a seguir la profesión con el corazón y dar siempre lo mejor.
Por los seres sin voz
Para Giuliana Jaldín, la inspiración proviene de los propios animales y de su capacidad para cambiar la vida de estos seres sin voz. “Mi mayor motivación es el sentido de responsabilidad y deber hacia mis pacientes. Mejorar es una labor indispensable”, sostuvo.
Especializada en la clínica de gatos, se dedica a la comprensión y trato a estos animales. Para ella, la veterinaria es más que una profesión; “es un ámbito apasionante, de preparación continua y lleno de desafíos”.
Ayudando desde niño
Edward Ancieta, cirujano, sintió la pasión por ayudar a los animales desde pequeño. A pesar de que la realidad de la profesión no siempre coincide con las expectativas de la niñez, encuentra gratificación en revertir pronósticos negativos.
Cada uno de estos veterinarios comparte un mensaje común para quienes consideran seguir esta carrera: la veterinaria es una forma de vida que requiere pasión, sacrificio y la disposición de dar lo mejor de uno mismo en beneficio de los animales.