Escolares transformaron un basural en huerto y cosechan rábanos y lechugas
Luego de transformar un basural en un huerto, escolares, padres y maestros de la unidad educativa Miriam Magda Terceros, ubicada en Sacaba, celebraron ayer la “gran cosecha” de casi una tonelada de alimentos que ellos mismos sembraron hace un mes y medio con el objetivo de fomentar la alimentación saludable.
“Anímense a cosechar”, invitó James, uno de los estudiantes participantes en la cosecha de lechuga, rábano, betarraga (remolacha) y plantas aromáticas. Otro estudiante, Aroon, disfrutó especialmente evitar plagas en su cultivo. Además, convocó a los padres a abandonar la comida chatarra en favor de opciones saludables para sus hijos.
Esta iniciativa de la unidad educativa data de hace ocho años, cuando las parcelas estaban ubicadas en zonas alejadas y con la pandemia las abandonaron. Después de tres años, con las gestiones en la OTB San Pedro Magisterio y el apoyo de la Fundación Abril, lograron convertir un basural, a pasos del río Rocha, en su nuevo huerto.
“Los niños demostraron que son capaces de cambiar situaciones, enseñando a todos sobre el uso racional y responsable del agua en armonía con la Pachamama (Tierra) y que es posible establecer espacios de esperanza”, dijo Óscar Olivera, parte de la fundación.
Hace un mes y medio, alrededor de 700 estudiantes de primaria, 30 maestros y padres comenzaron con la tarea. La preparación de la tierra, la siembra y el riego en turnos fueron parte del proceso que concluyó con la cosecha para luego disfrutar su producción en platos que compartieron con la comunidad.
La profesora Jhovana Terceros destacó que esta actividad no sólo le permitió aprender para transmitir conocimientos a sus estudiantes, sino también la inspiró a tener un huerto en casa. Vania Gutiérrez, madre de cuatro hijos en la escuela, manifestó que deberían implementarse en muchos colegios. “Enseñar a nuestras generaciones cómo podemos sembrar nuestras propias verduras y consumirlas en casa es algo fuera de lo común”, comentó.
Tras esta experiencia, la Fundación Abril busca replicarla, siempre y cuando exista el compromiso y el esfuerzo colectivo para incorporar el huerto en la currícula escolar y los espacios de convivencia, planteó Olivera.