“Adopta un árbol”, una cruzada ciudadana, protege 60 especies en riesgo en las aceras
Un árbol de jacarandá frente al estadio, un carnavalito en la avenida Ramón Rivero, un imponente gomero en la Santa Cruz y una jarca en El Pueblito son parte de las 60 especies nativas que forman parte de la iniciativa ciudadana “Adopta un árbol urbano”.
A 10 años del surgimiento de esta iniciativa, el 90 por ciento de los árboles emblemáticos continúan de pie y son una muestra de la riqueza natural de la ciudad de Cochabamba.
En 2013, Juan Cristóbal Quiroga emprendió el ambicioso proyecto comenzando con un censo de los árboles adultos más imponentes que embellecen las calles de Cochabamba. Arrancó su odisea buscando a los gigantes más longevos, desde un majestuoso chillijchi centenario hasta molles, tipas, jarcas y jacarandás, todos ellos plantados en las aceras.
Esto fue esencial debido a la triste realidad: cuando la fiebre de la construcción de edificios se intensificó en Cochabamba, algunos constructores no respetaron los árboles en las aceras y el resultado fue la pérdida de una gran cantidad de especies nativas, reemplazados por otras que no aportaban a la biodiversidad, observó.
Con su compromiso, dedicación y apoyo ciudadano, registró más de 60 árboles a los que colocó placas con el nombre de cada especie y el título del proyecto, “Adopta un Árbol Urbano”.
Esta fase se prolongó durante cinco años, y en 2018 culminó la instalación de las placas informativas, contó. “La idea era que la gente conozca qué especie es y también era un elemento disuasivo para mucha gente de no talar o dañar al árbol”.
Cinco años después, se hizo un nuevo censo para determinar cuántos de estos ejemplares habían perdurado y sido protegidos. Los resultados revelaron que el 90 por ciento se mantenía en pie, con sólo unos pocos casos en los que desaparecieron, debido a la edad avanzada o la extracción, indicó.
De esta forma, con la iniciativa, vigente con su página de Facebook, ratifica su misión de proteger a los árboles adultos y recuerda que se requieren décadas para que alcancen su tamaño que les permite tener un impacto positivo. “Tenemos hermosos parques, pero vemos que en las aceras es donde tenemos el mayor deterioro en las últimas cuatro décadas”, remarcó.