El CAD, un refugio y un camino a la libertad para 300 animales cada año
Desde águilas ciegas, cotorritas, parabas, loros, monos, tejones, tortugas acuáticas, lechuzas, aguiluchos y torcazas han encontrado un refugio y un camino a la libertad en el Centro de Atención y Derivación de Fauna Silvestre (CAD) municipal, en la laguna Alalay.
“Los animales silvestres no son mascotas”, afirmó el director de Medio Ambiente de la Alcaldía, Elvis Gutiérrez.
Cada año, más de 300 animales son rescatados de las garras del tráfico silvestre y enviados al CAD para su revisión y albergue hasta que sean liberados o vayan a un bioparque similar a su hábitat.
“Los niños pueden tener otras mascotas; los silvestres tienen un comportamiento agresivo cuando crecen, y muchas veces se deshacen (de ellos), pero ya se les ha hecho daño para toda su vida”, explicó.
El responsable del CAD, Dennis Soux, lleva ocho años recibiendo a los animales que son víctimas de cazadores.
“El tráfico de animales silvestres está catalogado como una de las actividades ilícitas más lucrativas en el mundo. Acá en Bolivia el problema es igual”, alertó Soux.
El tráfico de vida silvestre genera entre 8 mil y 20 mil millones de euros anuales, según Naciones Unidas.
En el centro trabajan veterinarios y biólogos que se dedican permanentemente a atender a los animales para evaluarlos para que puedan volver a su hábitat o terminar sus días en un bioparque.
El CAD es un espacio transitorio o de paso para los animales que son recuperados por la Policía Forestal y Preservación del Medio Ambiente (Pofoma) y la Gobernación. Cuenta un presupuesto de 300 mil bolivianos de la Alcaldía de Cochabamba. Ahora alberga a 92 animales.
Las especies llegan por tres razones: entrega voluntaria, rescates y por problemas de descompensación, en el caso de la fauna local.
La veterinaria Fabiola Estaca explicó que los recién llegados entran en cuarentena para ver si tienen algún tipo de alteración.
El mayor problema es la mala nutrición por el tiempo que han estado en cautiverio. Después entran a un área de valoración para ver si van a poder ser liberados.
En el caso de las aves, “son traficadas por sus colores y porque se cree que todos los loros hablan”, contó. Los monos y tejones son los más vendidos, porque cuando son pequeños son dóciles y reprimen sus características salvajes, pero en la madurez cualquier tipo de detonante desata su agresividad.
Después, la Gobernación decide qué hacer. “Muchos terminan en centros de custodia definitiva para terminar sus días ahí”, lamentó.
Cochabamba cuenta con una gran fauna urbana que está sufriendo por las construcciones y pérdida de su hábitat. Ése es el caso de las águilas que, al chocar con los cables, vidrios o edificios, sufren lesiones como fracturas o pérdida de la vista.