Santa Vera Cruz Tatala: un santuario de fertilidad y fe durante todo el año
En Cochabamba, la fiesta de Santa Vera Cruz Tatala reúne la devoción y tradición en la zona sur de la ciudad, posicionándose como la segunda celebración más importante después de Urkupiña. Esta fiesta no sólo celebra la fe y la fertilidad, sino que también se convierte en un espacio de gratitud por los milagros cumplidos, atrayendo a cientos de creyentes durante todo el año y con mayor fuerza la primera semana de mayo.
Fijar un año del origen “es difícil porque no hay documentación que se haya escrito”, indicó el sociólogo Edwin Claros. Sin embargo, se sabe que este lugar, visitado por miles de creyentes de diferentes regiones, es considerado un sitio sagrado desde antes de la colonización, época en la que se marcaba el fin de la cosecha y el principio de un nuevo ciclo de la vida en una fecha que coincidía con la aparición de la Cruz del Sur (la fiesta de la Chakana).
“Era una waka donde los pobladores ofrecían sus primeros frutos y pedían a la Pachamama mayor ganado y abundancia”, explicó Oscar Gutiérrez, párroco de la parroquia. Con la llegada de los españoles, el sitio fue cristianizado y la cruz prehispánica fue reemplazada por la Santa Vera Cruz (la cruz verdadera). “Sobre ella se edificó la capilla, en 1932,” agregó.
Claros añadió que, con el paso del tiempo, la celebración se fue adaptando, pero conservando sus raíces espirituales y culturales. “En algún momento hubo una complementación entre los rituales de fertilidad que ya se tenían en las comunidades prehispánicas y la presencia de los misioneros”, indicó.
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La festividad se distingue por sus rituales que celebran la vida y la fertilidad. Los creyentes participan en actividades como la quema de bosta, la ceremonia del fuego, la mesa ritual (q’oa) y las coplas, que combinan peticiones de bendiciones con humor. Es un elemento central de la celebración que se mantiene de generación en generación, destacó el sociólogo.
“Ahora se vive la fiesta con cambios, pero el sentido de la fertilidad humana, de los animales y de la tierra continúa a través de ciertos rituales en esta fecha y durante el año”, mencionó Gutiérrez.
En este sentido, las miniaturas y artesanías juegan un papel importante. Representando animales y sus crías, estas figuras son compradas por los fieles como ofrendas que simbolizan su deseo de reproducción del ganado. Asimismo, quienes van con el anhelo de pedir una wawita llegan a los pies del Tatita con figuras de bebés. “Algunos dejan bebés (muñecos) a los pies del Cristo y agradecen para que otra persona que no tiene esta bendición pueda acceder a partir del Señor”, contó.
La devoción de los feligreses se evidencia en sus testimonios. “Nos cumplió casita y auto”, “tardó, pero me dio a mi bebé”, “me cumplió”. Constantina Ayala y Amelia Rodríguez, comerciantes en Santa Vera Cruz, coinciden al señalar que “si uno tiene fe, el Señor le cumple”. Más allá de la fiesta central, los creyentes llegan todo el año.