Seis delitos ambientales provocan la destrucción de la Amazonía boliviana
La tala de árboles para la explotación de madera en una zona con múltiples vertientes de agua que abastecen a más de 60 familias, denunciada hace unos días por una plataforma medioambiental, los pobladores y la misma Alcaldía de Ixiamas, en el norte de La Paz, es nada más el último de los hechos conocidos de depredación de la Amazonía boliviana.
Esa actividad, autorizada por la Autoridad de Fiscalización y Control Social de Bosques y Tierra (ABT) para deforestar una zona que colinda con un área protegida municipal, se halla dentro del área de amortiguamiento del Parque Nacional Madidi.
El caso responde a una de la media docena de actividades que destruyen la Amazonía y que identificó una investigación conjunta realizada por InSight Crime —una “fundación dedicada al estudio y a la investigación de amenazas para la seguridad nacional y la ciudadana en América Latina y el Caribe”— y el Instituto Igarapé, “grupo de expertos con sede en Brasil que se centra en temas emergentes de seguridad y desarrollo”.
En profundidad
“En 2023, con una pérdida de casi 500 mil hectáreas de bosque, Bolivia alcanzó la cifra más alta de deforestación en toda su historia.
Detrás de esta destrucción convergen incendios forestales que se salen de control, la expansión de la frontera agrícola, la desenfrenada minería de oro y la construcción de aeropuertos y laboratorios de droga en medio de parques naturales y áreas protegidas.
El saqueo de madera y de fauna silvestre también está atentando contra la biodiversidad del país.
“Esta investigación (…) desentraña la cadena de los delitos ambientales que promueven la deforestación y pérdida de biodiversidad en Bolivia”, indica la publicación.
Marielle Cauthin, investigadora socioambiental boliviana, detalla que “los delitos ambientales en el país tienen que ver con: 1) un código penal no actualizado debidamente; 2) leyes ambientales que no se cumplen; 3) entidades desinstitucionalizadas y distribuidas prebendalmente por el partido de gobierno; 4) auges extractivos como soya, agrocombustibles, carne, oro, etc., y 5) para facilitar todo lo anterior, con un proceso de legalización de lo ilegal”.
En el olvido
“Los 60 millones de hectáreas de la Amazonía boliviana, que abarcan parte de los departamentos de Pando, Beni, Cochabamba, La Paz y Santa Cruz, concentran algunas de las zonas más biodiversas de la cuenca amazónica”.
Pero la Amazonía boliviana suele caer en el olvido, ya que otros países reciben la mayor parte de la atención internacional
La mayor parte de la deforestación de la Amazonía boliviana se debe a la extracción de oro y al desmonte generalizado de tierras para la agroindustria. En otros países amazónicos, estas actividades son ilegales o al menos están reguladas.
Bolivia, en apariencia, tiene leyes destinadas a frenar la destrucción ambiental. Pero la realidad es que los actores implicados en la deforestación no son perseguidos por el Gobierno gracias a su poder e influencia.
Las cooperativas mineras de oro, los cultivadores de soya y los ganaderos gozan de una indulgencia extraordinaria. Se aprovechan de los vacíos de poder, las lagunas jurídicas, las normativas incoherentes o contradictorias y la escasa aplicación de las leyes, y utilizan medios legales e ilegales para reclamar vastas extensiones de bosque en beneficio de sus intereses económicos, se lee en el informe del estudio.
Pasivos ambientales
El resultado de esas acciones y del contexto en que se perpetran —sostiene Cauthin— es que ocasionan pasivos ambientales, como la sequía en la Amazonía, cuyas consecuencias se traducen en distorsiones en el mercado ante la carencia de productos agrícolas y agroforestales.
“Eso conduce al encarecimiento de las semillas, sobre todo, de las más necesarias para la dieta local como el maíz y arroz, y de los plantines, base de la dieta local; además de otros comerciales como los cítricos, (…) y al incremento de precios en productos básicos como el plátano”, agrega la investigadora.
Las categorías
Deforestación intensa y sostenida
La deforestación ha alcanzado niveles alarmantes, principalmente por los desmontes y quemas de terrenos para destinarlos a la siembra de soya o la cría de ganado.
Explotación ilegal de madera valiosa
Durante años se han talado maderas preciosas para venderlas en Bolivia y el exterior, hasta casi extinguirlas. Ahora, redes de traficantes adentran más en la Amazonía.
Narcotráfico en parques nacionales
Los cocales se están extendiendo fuera del Chapare y los Yungas, a rincones remotos de la Amazonía boliviana para satisfacer la demanda internacional de cocaína.
El flagelo de la minería aurífera
La expansión de la minería del oro deja profundas cicatrices ambientales y es uno de los principales motores de la deforestación, amenazando áreas protegidas e indígenas.
El tóxico comercio del mercurio
El vertido incontrolado de mercurio procedentes de la minería aurífera en toda la Amazonía, contamina el aire, los ríos y el pescado que comen muchas comunidades locales.
Caza de animales de toda especie
Desde jaguares hasta tortugas, pasando por aves, la inmensa biodiversidad boliviana convierte al país en un objetivo clave para los traficantes de especie silvestres y salvajes.