Ocho mil floricultores de Cochabamba sufren el duro impacto del contrabando
La floricultura es otro de los sectores duramente golpeado por la actividad ilícita del contrabando, que se ha convertido en una amenaza para la seguridad del Estado, tal como lo expresó el viceministro Daniel Vargas, responsable de la lucha contra este flagelo que daña la economía de las empresas y actividades productivas legalmente establecidas en el país.
Son 8 mil floricultores y sus familias que dependen de la producción de flores en el departamento de Cochabamba y que hoy ven amenazada su economía por el ingreso de productos ecuatorianos y colombianos de forma ilegal, principalmente por la frontera con Perú.
Las flores de contrabando han copado el mercado de La Paz, donde el producto, como las rosas, si bien son más caras que las bolivianas, se han ganado la preferencia de los compradores por su calidad y tamaño, señala el presidente de la Federación Departamental de Floricultores de Cochabamba (Fedeflor), Teodoro Valencia.
“Prefieren porque es mejor en calidad. Las rosas bolivianas son un poco menos en tamaño, mientras que las ecuatorianas tienen cabezas más grandes; ésa es la variación que tenemos. El paquete de rosas ecuatorianas cuesta 50 bolivianos y el producto boliviano está en 40 bolivianos”, detalla el dirigente.
Para Isabel Camacho, dirigente de la Asociación de Floricultores de Viloma Grande en el municipio de Sipe Sipe, la afectación es muy grande para las familias que se dedican a la floricultura, puesto que el mercado de occidente —La Paz, Oruro, Potosí e incluso Sucre— estaba cubierto con flores enviadas desde Cochabamba; pero ahora el panorama es distinto porque en esas ciudades cada vez compran más productos ecuatorianos y eso obliga a los nacionales a bajar sus precios a fin de ser más competitivos.
Explica que muchas familias de su sector han obtenido créditos para mejorar su producción de tal manera de ofrecer una mejor y mayor variedad de flores; sin embargo, con el contrabando, proveniente de Ecuador, vía Perú, se han visto perjudicadas porque no están pudiendo cubrir la deuda con las entidades de intermediación financiera de donde han conseguido el préstamo.
“Hay familias que han invertido hasta 10 mil dólares con créditos del banco, pero sólo han logrado rescatar 8 mil dólares, quedando un déficit de 2 mil dólares. Como esas familias hay varias, más que todo en el municipio de Quillacollo, donde se invierte en diferentes variedades de flores”, indica.
La afectación no solamente es al floricultor, sino a todos los que forman parte de la cadena productiva, en este caso las fuentes de empleo que se crean para la temporada de siembra y de cosecha de flores, explica Camacho.
El productor más pequeño emplea unas 10 personas. Tomando como parámetro esta cifra y multiplicándola por la cantidad de floricultores que existen en Cochabamba, se calcula que al menos 80 mil personas también se ven afectadas por el contrabando de flores, porque esta actividad ilícita pone en riesgo sus fuentes de trabajo eventuales, señala nuestra entrevistada.
“Somos 8 mil familias, necesitamos ayudantes o personas que trabajan con nosotros eventualmente, las cuales también son afectadas porque al producir menos flores requerimos menos servicios de ellos; por tanto, ellos estarían quedando sin empleo también. Nosotros, como cadena productiva, generamos fuentes de empleo en nuestras comunidades”, remarca.
Huérfanos de apoyo
El dirigente Teodoro Valencia observó la falta de apoyo de los diferentes niveles de gobierno (nacional y subnacionales) para mejorar la calidad de la producción de flores, de tal manera de ser más competitivos no solamente para responder a las expectativas del mercado interno, sino ver también la posibilidad de volver a exportar.
“El Gobierno ecuatoriano apoya a sus productores; el Gobierno boliviano no. Se tiene que ser competitivos y para eso se necesita el respaldo del Gobierno, porque si quisiéramos exportar tropezamos con los trámites burocráticos, lo cual no ocurre con los floricultores de Ecuador, que exportan a Estados Unidos y Rusia”, añade.
Valencia dice que hay pedidos del exterior, pero debido a lo burocrático que son los trámites para exportar y el elevado costo del transporte aéreo no se han podido concretar esas ventas. “BoA quiere cobrar 5 bolivianos por kilo, es caro, por eso no vemos el apoyo del Gobierno”, insiste.
Las exportaciones bolivianas de flores registraron un pico máximo en 2011. Ese año, el valor de las ventas llegó a 54.500 dólares, luego descendieron significativamente. A partir de 2018, la comercialización de flores a los mercados externos se suspendió definitivamente, según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE).
Los departamentos exportadores de flores en esa época eran La Paz, Cochabamba y Santa Cruz, y los destinos fueron los mercados de Paraguay y Estados Unidos principalmente. Dentro de la oferta boliviana de flores se encontraban rosas y claveles.
Por otra parte, las importaciones de flores se incrementaron hasta alcanzar su récord en 2017 con un valor de 46.628 dólares, es así que Bolivia pasó de ser un país exportador de flores a un importador.
En 2022 se compraron flores del exterior por un valor de 23.132 dólares y hasta junio de 2023 se tiene el reporte de 3.884 dólares en importaciones.
El 70 por ciento de las flores importadas proviene de Ecuador y el 21 por ciento de Colombia.