Israel y Palestina protagonizan un conflicto que aún no tiene fin
Tras 11 días de lo que ya se consideró su cuarta guerra, Israel y el grupo Hamás afrontan acusaciones de posibles crímenes de guerra en la Franja de Gaza.
El Gobierno de Israel afirma que Hamás utilizó a los civiles palestinos como escudos humanos, mientras que las voces críticas afirman que el Estado hebreo empleó una fuerza desproporcionada.
El lanzamiento de cientos de cohetes poco precisos contra Israel por parte de Hamás y otros grupos extremistas palestinos está bastante claro. El derecho internacional prohíbe atacar a los civiles o realizar ataques indiscriminados en zonas civiles.
Enemigos acérrimos
Alentado por el antisemitismo que sufrían los judíos en Europa, a comienzos del siglo XX tomó fuerza el movimiento sionista, que buscaba establecer un Estado para los judíos, reseñó BBC Mundo.
La región de Palestina, entre el río Jordán y el mar Mediterráneo, considerada sagrada para musulmanes, judíos y católicos, pertenecía por aquellos años al Imperio Otomano y estaba ocupada mayormente por árabes y otras comunidades musulmanas. Pero una fuerte inmigración judía, fomentada por las aspiraciones sionistas, comenzaba a generar resistencia entre las comunidades.
Tras la desintegración del Imperio Otomano en la Primera Guerra Mundial, Reino Unido recibió un mandato de la Liga de Naciones para administrar el territorio de Palestina.
Tras la fundación de Israel el 14 de mayo de 1948, la tensión pasó de ser un tema local a un asunto regional. Al día siguiente, Egipto, Jordania, Siria e Irak invadieron este territorio. Fue la primera guerra árabe-israelí, también conocida por los judíos como guerra de la independencia o de la liberación.
Tras el conflicto, el territorio inicialmente previsto por las Naciones Unidas para un Estado árabe se redujo a la mitad.
Para los palestinos, comenzó la Nakba, la llamada “destrucción” o “catástrofe”: el inicio de la tragedia nacional. 750.000 palestinos huyeron a países vecinos o fueron expulsados por tropas judías.
Pero los combates sí tendrían la última palabra en 1967 en la Guerra de los Seis Días. Lo que ocurrió entre el 5 el 10 de junio de ese año tuvo consecuencias profundas y duraderas a distintos niveles. Fue una victoria aplastante de Israel frente a una coalición árabe. Israel capturó la Franja de Gaza y la península del Sinaí a Egipto, Cisjordania a Jordania y los Altos del Golán a Siria. Medio millón de palestinos huyeron.
La demora para el establecimiento de un Estado palestino independiente, la construcción de asentamientos de colonos judíos en Cisjordania y la barrera de seguridad en torno a ese territorio —condenada por la Corte Internacional de Justicia de La Haya— han complicado el avance de un proceso de paz.
Pero éstos no son los únicos obstáculos, tal como quedó claro en el fracaso de las últimas conversaciones de paz serias entre ambos grupos que tuvieron lugar en Camp David, EEUU, en el año 2000, cuando un saliente Bill Clinton no logró un acuerdo entre Yaser Arafat y el entonces primer ministro israelí, Ehud Barak.
Datos: Agencias e Internet
Palestina es un país
La ONU reconoció a Palestina como “Estado observador no miembro” a fines de 2012 y dejó de ser una “entidad observadora”.
El cambio les permitió a los palestinos participar en los debates de la Asamblea General y mejorar las posibilidades de ser miembro de agencias de la ONU y otros organismos.
EEUU, principal aliado de Israel
Ambas naciones son aliadas militares. Israel es uno de los mayores receptores de ayuda estadounidense y la mayoría llega en subvenciones para la compra de armamento.
No obstante, en diciembre de 2016, bajo la presidencia de Barack Obama se dio un paso inusual en la política de EEUU hacia Israel: no vetar la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU que condena la política de asentamientos de Israel.
Pero la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca dio nuevos bríos a la relación entre EEUU e Israel, que se plasmó con el traslado de la embajada de Tel Aviv a Jerusalén, convirtiendo a EEUU en el primer país del mundo en reconocer a esa ciudad como capital de Israel.
Por su parte, el sucesor de Trump, el demócrata Joe Biden, asumió el poder con la intención de evadir el riesgoso conflicto israelí-palestino, además de verlo como un problema que requiere gran capital político con un retorno muy moderado. El Gobierno de Biden continúa apoyando el reconocimiento de Israel.