El Tren de Aragua, la banda que revolucionó el crimen organizado
El Tren de Aragua” a simple lectura una pensaría que se trata de una línea o empresa de ferrocarril, pero lo cierto es que estas tres palabras identifican a una de las organizaciones criminales más poderosa y con mayor crecimiento en los últimos años en América Latina, particularmente en Sudamérica, donde inclusive ha desplazado a bandas delictivas locales y ha tomado el control de centros urbanos estratégicos.
Esta megabanda fue fundado en 2014 por tres delincuentes que convivieron en la cárcel de Tocorón, ubicada en el estado venezolano de Aragua, entre 2007 y 2013, el período en el que se consolidó en Venezuela el “pranato”, una forma de gobernanza criminal en la que los presos ejercen control sobre un territorio (la prisión) y una comunidad (la población penal), con la anuencia o la complicidad del Estado.
Desde entonces ha sembrado terror en los principales centros urbanos de Venezuela, para luego extenderse, aprovechando la migración a causa de la crisis política y económica del país, para extender sus actividades ilícitas a otras naciones de la región. Si el Tren de Aragua fuera un “ferrocarril”, su estación central estaría en Venezuela y recorrería “Colombia, Brasil, Perú, Ecuador, Bolivia, Chile, y posiblemente Estados Unidos”, esta es la alegoría que emplea la periodista e investigadora venezolana Ronna Rísquez para ilustrar el alcance de las actividades delictivas de este grupo en su libro “El Tren de Aragua. La banda que revolucionó el crimen organizado en América Latina”, publicado este año.
En su investigación relata cómo este grupo pasó de ser una pandilla que operaba desde una cárcel en el estado de Aragua a convertirse en una poderosa estructura criminal multinacional que continúa expandiéndose por la región, con un accionar sanguinario atemorizante.
La autora también relata que el Tren de Aragua, considerada actualmente como la pandilla más grande de Venezuela, es una red delictiva internacional que cuenta con más de 5 mil miembros dedicados a más de veinte actividades ilícitas y mafiosas como hurto, sicariato, asesinatos, secuestro, tráfico de estupefacientes, explotación sexual, además de extorsión a actividades comerciales y servicios de salud, en diferentes poblaciones donde se han asentado.
Siguiendo latrayectoria del éxodo de migrantes venezolanos, ha logrado establecer operaciones permanentes en varios países de América Latina. El principal enclave de la organización está en el penal de Tocorón; sin embargo, de acuerdo con el Observatorio de Venezuela de InSight Crime, la megabanda ha sabido aprovechar la crisis económica y migratoria venezolana para expandirse a países como Colombia, Perú, Ecuador, Bolivia, Panamá y Chile. Según Rísquez, el Tren de Aragua tiene la capacidad de enfrentar a la fuerza pública y someter a la ciudadanía, bajo un modus operandi que combina el pensamiento estratégico, la corrupción y la extrema violencia.
Principales actividades
Entre sus actividades delictivas sobresalen la trata de personas y la explotación sexual, las que les reportan mayores dividendos. Solo en Lima se calcula que reúnen alrededor de un millón de soles (cerca de 275 mil dólares) al mes en las diez plazas de prostitución sobre las que ejercen dominio. Control que, según la Policía peruana, han obtenido a sangre y fuego después de haber desplazado a proxenetas dispersos que en la mayoría de los casos no suponían una gran amenaza.
En Chile, el grupo ha incursionando en el delito de trata de personas, donde la víctima es retenida en contra de su voluntad utilizando la fuerza u otras formas de coerción para obligarla a prestar servicios, incluyendo de índole sexual. Mientras en Colombia, al ser país limítrofe con Venezuela, la banda se apoderó de zonas fronterizos que conecta a ambas naciones porque descubrió que había rentas ilícitas, esta situación llevó a duros enfrentamientos con el colombiano Ejército de Liberación Nacional (ELN), que persigue los mismos fines delictivos.
Sus conexiones con el Primer Comando de la Capital (PCC), uno de los grupos criminales más importantes de Brasil, le permitieron incursionar en el gigante sudamericano. El Tren de Aragua se convirtió en uno de los principales proveedores de armas del PCC, principalmente entre el 2017 y 2018, en esos años era muy fácil y barato conseguir armas en Venezuela, venderlas en Brasil era un negocio interesante para ambos. Un fusil AR-15 en Brasil costaba 20 mil dólares, mientras que en Venezuela valía 5 mil dólares. Un informe de la Fiscalía del estado brasileño de Roraima (limítrofe con Venezuela) confirma que hay una alianza entre el PCC y el Tren de Aragua.
Ganancias
Una parte de las ganancias obtenidas por las facciones del Tren de Aragua, esparcidas en ocho países de la región, tienen un destino el Centro Penitenciario de Aragua, más conocido como la cárcel de Tocorón.
En esa fortaleza, construida hace 40 años, permanece el líder-fundador de la organización: Héctor Rusthenford Guerrero Flores, alias Niño Guerrero, sentenciado en el 2018 a 17 años de cárcel por un rosario de delitos.
Según estimaciones de la periodista e investigadora Rísquez, la organización criminal multinacional recauda al menos 15 millones de dólares; aunque reconoce que es un cálculo conservador, “tiene que ser mucho más que eso”.
Perspectivas y desafíos
La expansión territorial del Tren de Aragua por el continente supone un reto mayor, teniendo en cuenta la impunidad de su operación en Venezuela, donde tiene una base de operaciones ideal para que su criminalidad prospere.
La megabanda ha buscado replicar estructuras penitenciarias similares en Perú y Chile, donde las autoridades tienen menos experiencia en el trato con este tipo de redes criminales que se encuentran en prisión. Esta situación es una clara muestra de la complejidad y la magnitud de los desafíos que enfrenta la seguridad en la lucha contra el crimen organizado transnacional, que requiere de una respuesta integral que abarque aspectos de seguridad, migración, justicia y desarrollo social.
Expertos consideran que desmantelar a un grupo delictivo transnacional implica un esfuerzo conjunto y sostenido entre los países afectados.
Para ello, es necesario fortalecer la cooperación regional de mecanismos como Ameripol para intercambiar información con fines de inteligencia, así como una comunicación sincrónica entre agencias de seguridad intergubernamental como Interpol en la persecución activa de la criminalidad. Se necesita una cooperación diseñada para tomar acciones preventivas, más que reactivas, señalan los expertos.