Las camarillas y la hecatombe de la UMSS
Al parecer, su pobreza intelectual les impide tomar consciencia del enorme daño que están provocando no sólo a la institución, sino a toda la sociedad en su conjunto. La racionalidad es incompatible con los deseos de esta camarilla de perpetuarse en el poder
Hay un lugar común en la que convergen la mayor parte de los textos y artículos publicados sobre el estado de situación de la Universidad Mayor de San Simón, sumida hoy en el peor descalabro académico e institucional que conoce su historia: la presencia de diversos grupos “corporativos”, en ambos estamentos, docente y estudiantil, que amparados en la autonomía universitaria se han encaramado en la estructura del poder universitario con el único afán de medrar bajo su sombra.
Esto ha desplazado a tercer plano el desarrollo académico y la formación idónea de recursos humanos. En estas denominadas “camarillas”, desprovistas de valores éticos y morales, se anteponen siempre sus miserables intereses políticos a los nobles intereses de la academia. Son moneda corriente en estos grupos corporativos las relaciones prebendales y clientelares. No es ninguna novedad escuchar en los pasillos que a cambio de votos y apoyo electoral se negocian, entre otras canonjías notas, nuevos grupos, más carga horaria, designación de auxiliaturas, becas IDH, acceso al comedor universitario. Precisamente, la cuestionada Resolución N° 01/2015 que procuraba titularizar a cerca del 80% de los docentes que se encuentran en calidad de “extraordinarios”, se circunscribe a ese contexto. “Todo vale”, dicen, en las elecciones para Rector, Decanaturas, Direcciones de Carrera, Consejeros Universitarios, Consejos Facultativos, Consejos de Carrera y Centros de Estudiantes. Estas prácticas, al margen de distorsionar la esencia de la autonomía y confinar la consciencia, han colocado a la Universidad Mayor de San Simón en un estado de crisis permanente.
Ahora bien, la camarilla de los “diablos rojos”, que gobierna San Simón desde agosto del 2011, al profundizar y “constitucionalizar” estas terribles prácticas, nos ha conducido a un escenario que jamás habíamos imaginado: no al abismo, sino, al mismo infierno.
En efecto, esa voraz angurria de reproducirse en el poder a cualquier costa ha traído consigo el mayor descalabro académico e institucional de toda nuestra historia. Han degradado la institución a niveles nunca vistos. Al margen de deshonrar la noble tarea docente, con ese desmedido afán de aferrarse al poder, prácticamente han “prostituido” la otrora brillante institución académica, orgullo de todos los cochabambinos.
Ese sentimiento de orgullo se ha trasformado en vergüenza, colocando a todos los docentes y estudiantes en una situación absolutamente incómoda y vergonzosa. El propio presidente Morales, olvidando su deleznable alianza con esta camarilla, en diciembre del año pasado, sostuvo que San Simón es un espacio de “inseguridad y perversión”. Tamaña afirmación, expresa de la forma más clara y elocuente, el estado de situación a la que nos ha conducido la camarilla que gobierna San Simón, a la cabeza de Waldo Jiménez, quien todavía, con el mayor desparpajo y desfachatez, se habilita como candidato a rector ¿Ocupara la ética algún lugar en su vida?
La ceguera de aferrarse al poder, ha convertido a los miembros de esta camarilla en seres incapaces de comprender que no sólo están destruyendo a San Simón, sino que están colocando en riesgo también la propia autonomía universitaria. Ya es común escuchar voces, desde el Estado y la propia sociedad civil, que cuestionan y se oponen a la autonomía universitaria que, en esencia, fue forjada para mantener el sistema universitario público, ajeno a los poderes de turno. Al parecer, su pobreza intelectual les impide tomar consciencia del enorme daño que están provocando no sólo a la institución, sino a toda la sociedad en su conjunto. La racionalidad es incompatible con los deseos de esta camarilla de perpetuarse en el poder.
El autor es profesor de la carrera de Ciencia Política de la Universidad Mayor de San Simón.
Columnas de ROLANDO TELLERÍA A.