Emergencia ambiental por los plásticos
El consumo, la acumulación y el desecho de productos de plástico por nuestra sociedad local está provocando una acelerada contaminación del medio ambiente, cuyo destino final es el daño irreparable de nuestro hábitat; la vida de animales, plantas y principalmente la vida humana corre un gran riesgo, por el exceso de plásticos en desecho.
Es frecuente ver en las calles una cantidad descontrolada de plásticos. Los perros callejeros rondan los basurales urbanos en busca de alimento, ante el hambre que padecen ingieren los plásticos, provocándose un envenenamiento irreversible.
En zonas periféricas de la ciudad, los criadores de cerdos y ovejas los alimentan en basurales que contienen altos porcentajes de plásticos, envenenándolos día a día y con riesgo de transmitir ese envenenamiento al ser humano por el consumo de su carne o leche.
El uso frecuente de los plásticos por la población está dado por su durabilidad y bajo costo, estimulándose de esta manera su uso descontrolado; la mayoría usa el plástico una sola vez y luego lo desecha; estos desechos van a parar a basurales, laderas de montañas, torrenteras, ríos y lagunas, liberando los químicos que los componen contaminando el aire, el suelo y muchas veces el agua subterránea consumida por el ser humano.
Este problema es mundial, y ante ello existen algunas soluciones en países que han visto de esta debilidad una fortaleza. El reciclar el plástico desechado puede ayudar en la fabricación de materiales de construcción como es el caso difundido en las redes sociales de Fernando Llanos, director y creador de un innovador proyecto en Cali, Colombia, donde se ha construido el primer prototipo de una vivienda con ladrillos de plástico reciclado, resistente al fuego, termoacústico, resistente a sismos y con facilidad para instalar cableado eléctrico y tuberías para agua y alcantarillado. Este ejemplo podría ser una de las muchas soluciones para bajar la contaminación ambiental, reduciendo la presencia de plásticos en los desechos y a la vez permitir a la población menos favorecida acceder a una vivienda de bajo costo.
Si hay proyectos como éste en otros países, la pregunta es: ¿Qué hacemos nosotros en Cochabamba? ¿Cómo enfrentar este problema y hacer de una debilidad una fortaleza? Probablemente los llamados a estas labores son los ambientalistas, centros de investigación de las universidades y los dedicados a la producción e investigación de nuevos materiales de construcción, entre otros. A lo que sumamos la urgente necesidad de que las autoridades locales busquen alianzas estratégicas con diversas instituciones para generar campañas que reduzcan el uso de plásticos y fomenten la creación de proyectos para enfrentar este problema ambiental, considerando que nos encontramos en una terrible emergencia, donde urge una actitud colectiva que promueva el menor consumo posible de plásticos y a la vez mayores posibilidades de su reciclaje para diferentes usos.
El fomentar un cambio de actitud debe partir de las autoridades locales, centros de formación, universidades, instituciones varias y de la población en general, quienes además deben coordinar políticas locales que obliguen a reducir el consumo de plásticos y fomenten su reciclaje; como sabemos este problema no es sólo nuestro, sino del planeta entero.
No dudamos que parte de los desastres ambientales en Cochabamba son efecto de la presencia de plásticos en el aire, suelo y agua; material desechado muy rápidamente, pero que su presencia en el planeta puede alcanzar hasta 500 años.
Si hay voluntad política y colectiva, posiblemente podamos hacer algo; si nos negamos a aceptar este problema y seguimos dejándolo pasar, estamos condenando nuestra salud y la de las generaciones futuras.
La autora es arquitecta.