UMSS: la política por encima de la academia
¿Existe una crisis en la Universidad Mayor de San Simón? Para los frentes tradicionales que se han disputado y distribuido el poder en la UMSS estos años, y hoy pugnan por el trono rectoral, la respuesta es negativa, pues sólo se trata de mejorar deficiencias y enfrentar “externalidades” de la gestión universitaria.
Por el contrario, afirmo que San Simón está atravesando por la mayor crisis de su historia y la paralización total de actividades durante cuatro meses el pasado año, ha sido nada más que una dolorosa arista. Son grupos que se disputan espacios de poder, corporativizados, y han capturado la academia también como un coto de caza
Es que la finalidad principal de la universidad, el conocimiento, el saber, ha sido desplazada por la política, el poder. Al respecto, en una encuesta de las tres grandes áreas metropolitanas de Bolivia del Foro Regional, diseñada y ejecutada por Ciudadanía en sociedad con CERES y Los Tiempos, en la sección dedicada a la universidad pública, se pregunta: “Una de las funciones más importantes de la universidad es la generación de opinión pública -experta y crítica- sobre problemáticas centrales en nuestra región. ¿A qué cree usted que se debe el silencio de la universidad sobre estos temas”? El 69 por ciento considera que la razón es que los intereses políticos son más fuertes que los académicos.
Ejemplo uno, un reciente congreso departamental del agua, impulsado por un centro de investigación de San Simón, que ignoró a otros similares e investigadores con gran experiencia en el tema, simplemente por no ser del grupo político hoy en el poder universitario. Ejemplo dos, un rector de no muy agradable memoria, prohibió que la UMSS estructure un equipo técnico de seguimiento del proyecto Misicuni, por no pelearse con el Gobierno de “los movimientos sociales”, del cual era parte.
Hay quienes recuerdan aun la época cuando los rectores de San Simón eran profesionales de la talla de Ricardo Anaya o Arturo Urquidi, abogados con orientación sociológica que investigaron y publicaron textos de mucha influencia en el pensamiento social boliviano de entonces. Eran académicos que habían llegado a su cargo de rector producto de este prestigio intelectual. Paulatinamente este ethos fue decayendo en pro de un criterio político partidario, de tal manera que hoy el candidato a rector es elegido por su capacidad de liderazgo/caudillismo dentro una estructura política jerárquica y altamente autoritaria, en muchos casos relacionado con partidos políticos.
Asimismo, docentes extraordinarios que para garantizar su fuente laboral mantiene una relación de servidumbre voluntaria frente a estos líderes y poderes corporativos; en San Simón, si no eres parte de una red de protección clientelar careces de estabilidad laboral.
¿Qué hacer para reducir la contaminación de la academia con estas prácticas políticas?
1. Es preciso reducir el poder de los gremios y los políticos, sujetos que hoy definen la agenda académica de la UMSS. Debe ser la comunidad universitaria, los “actores primarios” como llama Nelson Ferrufino, vinculados a la formación, investigación, interacción, quienes deben construir e implementar tal estrategia.
2. “Deslectoralizar” la gestión universitaria, una fuente de clientelismo político. No necesitamos elegir jefes de carrera, por ejemplo; al ser una tarea administrativa, esta puede ser una actividad rotatoria que puede ser ejecutada por los docentes a tiempo completo.
3. La cohesión institucional debe estructurarse desde el saber, en la relación docente–alumno, antes que desde la política y sus rituales.
4. Defender la autonomía universitaria como el bien más preciado, pues sólo ella garantiza la libertad de cátedra, la independencia del saber frente a todo tipo de poder, por más popular, plurinacional que sea.
Finalmente, una entidad académica debe tomar en cuenta las necesidades del entorno en el que interviene e interactúa, y éstas no necesariamente son económicamente rentables como proponen ciertos discursos neoliberales de la educación, como el enfoque orientado a las competencias; bajo ese argumento, hoy la Universidad Complutense de Madrid está a punto de cerrar las carreras de Filosofía e Historia.
El autor es sociólogo.
Columnas de CARLOS CRESPO