Guerra fría en Corea continúa
Después de la Segunda Guerra Mundial Corea fue dividida en dos, igual como lo fue Alemania en Europa, según las líneas divisorias entre los ejércitos ocupantes de la península: ruso y americano. Después de una guerra entre el Norte y el Sur esta división se consolidó en 1954 y dura hasta el día de hoy. Los soldados norteamericanos estacionados en la Corea del Sur son los garantes del estatus quo, por un lado. La guerra fría –confrontación entre el bloque occidental y el bloque comunista que en principio terminó en 1989 con la caída del Muro de Berlín-- continúa todavía entre las dos Coreas y sus protectores. Las amenazas vienen sobre todo de parte de la Corea del Norte, muy militarizada y ahora dotada de capacidad nuclear. El sistema dictatorial hereditario de Corea del Norte y su curioso culto de personalidad del líder supremo son los distintivos especiales de este país, que es el último bastión fósil del comunismo estaliniano y el régimen más cerrado del mundo, donde las violaciones de los derechos humanos ocurren a diario. Por otro lado, la nueva política internacional norteamericana –con ataques focalizados en Siria y Afganistán– es no solo agresiva, pero sobre todo imprevisible, con un presidente novato.
La pregunta que muchos se hacen hoy en día es si los EEUU van a atacar a Corea del Norte. La decisión pertenece al Donald Trump, que es impredecible e inestable en sus determinaciones. Un ataque militar americano provocaría con un alto grado de probabilidad una respuesta norcoreana. Trump obviamente no está buscando la liberación del pueblo coreano ni unificación de la península, sino la liquidación del arsenal nuclear y de los misiles norcoreanos. Asimismo quiere demostrar su poderío militar a China, protectora tradicional de la dictadura comunista coreana y rival principal de los EEUU, según Trump.
La guerra en la península coreana puede empezar en cualquier momento –advierte el ministro chino de relaciones exteriores-- por culpa del presidente de los EEUU, quien identificó a Corea del Norte como un problema que requiere de una urgente solución. Pero este problema tiene ya casi 70 años. Por de pronto es una nueva guerra fría de presiones, demostraciones de fuerza y declaraciones de intimidación de ambas partes. “Hay que ocuparse de la Corea del Norte, si China no ayuda, los EEUU se arreglarán solos” – dice Trump. Xi Jinping, dirigente chino trata de disuadir a Trump por teléfono y al mismo tiempo envía mensajes al dirigente coreano Kim Jong Un, pues como su protector tiene medios para presionarle.
La situación en la península coreana siempre fue sumamente complicada y más o menos cada década se complica aún más. Y así es hoy en día. Habitualmente los Kim (padre e hijo) amenazaban con atacar a los EEUU, pero esta vez al revés, son los EEUU que están analizando en voz alta si tomar acciones militares. Se repite la situación de los tiempos de Clinton en 1994 y Bush en 2006 con agravante de una amenaza nuclear. Los que corren más peligro son los habitantes del Corea del Sur. Además de la amenaza nuclear, los suburbios de Seúl están al alcance de la artillería convencional del Norte. Parece que esto convenció en su tiempo a Clinton de ceder, pues las víctimas estimadas hubiera sido algo como un millón de personas.
Los EEUU y China cuidan sus intereses en la región. Trump quiere sentar su autoridad frente al rival chino, mientras Corea del Norte es un parachoques chino frente a los soldados americanos basados en Corea del Sur y en Japón. Por esto China puede contar con el apoyo de Rusia. Los protectores de la Corea del Norte, primero Rusia y ahora más que todo China, no están muy animados para calmar a su protegido. Los chinos no quieren quiebre del régimen de Kim, por temor a una ola de inmigración norcoreana, es lo mismo que teme Corea del Sur. La unificación de las dos Coreas tampoco conviene a la región porque una gran Corea unida (80 millones de habitantes) se encontraría con las armas nucleares. No se vislumbra ninguna solución y desgraciadamente no se ve como se pudiera barajar de nuevo las cartas en la península coreana.
El autor es comunicador social
Columnas de STANISLAW CZAPLICKI