Ningún niño nace para crecer solo
Más de una docena de feminicidios se registraron en Cochabamba hasta la fecha. Muchas madres fallecidas, padres en condena (o no), ¿y los niños, las niñas, qué sucede ante la ausencia de los padres…?
¿Quién o quiénes? Si no es la familia, pueden darle la protección y hacerles sentir a los niños y niñas que son queridos, respetados y de esta manera mejorar su autoestima y asegurarles un futuro prometedor.
La Ley 548 y la Convención de los Derechos del Niño (CDN) de Naciones Unidas establecen que la familia es el espacio ideal y primordial para el desarrollo de la infancia, pero cuando suceden este tipo de tragedias, ¿dónde quedan los niños y niñas?, víctimas colaterales de problemáticas estructurales.
Ante una situación de feminicidio que deriva en la ausencia de una familia para un niño, con seguridad existió violencia familiar en los últimos años, ausencia de proyectos de vida en los padres, quizás consumo de sustancias controladas, poco conocimiento de los derechos, una cultura de violencia simbólica arrastrada de generación en generación y, ¿por qué no?, una larga deuda histórica por la falta de políticas públicas para fortalecer la unidad de familias en alto riesgo social.
Está claro que nuestra realidad indica que de fondo el desafío está en promover el ejercicio de derechos y la no vulneración de los mismos, y así evitar que sucedan hechos trágicos en la familia. Porque si no lo hacemos, quedan infancias destruidas que no pueden gozar de aquello que más necesitan: una familia que los proteja.
Desde hace ocho años se cuenta con las Directrices de Modalidades Alternativas de Cuidado de la ONU para niños y niñas en alto riesgo social, y éstas señalan que la necesidad más grande es que todos los sectores de la sociedad evitemos que los niños y niñas sean separados de sus familias y así se impida la institucionalización o que crezcan solos.
Este principio, por supuesto, sólo se logra si todos nos comprometemos en fortalecer a familias en vulnerabilidad, fortalecer su educación, su acceso al empleo, fomentado una cultura de buen trato, y es posible que de esta manera se contribuya a eliminar los feminicidios o que niños queden sin familia; sino más bien promoviendo políticas públicas para proteger al espacio más significativo de una persona: la familia y la dignidad.
El autor es gerente de Programa de Aldeas Infantiles SOS Cochabamba
Columnas de ALBERTO MELGAR RADA