Anarquismo y educación en Bolivia
El anarquismo desde sus inicios ha considerado la educación como una parte importante del éxito del movimiento. Un libro reciente de Marcelo Maldonado, Esbozos de pedagogía libertaria en el altiplano, reconstruye la experiencia de implementación de escuelas indígenas (se habla de 51) por parte de los anarquistas de la ciudad de La Paz, organizados en torno a la Federación Obrera Local (FOL) y su expresión rural, la Federación Agraria Departamental (FAD), durante el periodo 1946-47, en el altiplano paceño, entonces bajo dominio del sistema hacendal.
Los anarquistas, asociados generalmente a prácticas violentas y nihilistas, generaban un “espanto desmedido”, como señala Marcelo a propósito del sentimiento provocado desde el momento que el anarcosindicalismo se afincó en el altiplano paceño. Por ello, el experimento pedagógico de la FOL/FAD rompe con esta imagen, y evidencia la dimensión creativa, proactiva de la movida anarquista.
En su autobiografía, Líber Forti recuerda el periodo estudiado por Maldonado. El grupo de teatro “Nuevos Horizontes”, del cual Forti era parte, apoyó activamente la estrategia educativa y cultural de la FAD: “El mismo año 1946, algunos integrantes de Nuevos Horizontes tuvieron relación, en la ciudad de La Paz con campesinos y mineros. Esa relación sirvió para que, como en el caso de la FAD, se les colaborase en la gestión cultural de ellos, de esa organización. Para ello, Oscar Vargas del Carpio, Claudio Marañón, Antonio Toro y otros más (…) publicaron algunos números del periódico de esta Federación, “Tierra y Libertad”.
Como el libro de Marcelo analiza con precisión, la sindicalización campesina en el altiplano paceño estaba articulada a una estrategia educativa. Líber recuerda que “en el altiplano…, el concepto de sindicato fue asociado al de escuela… había mucho interés en que los niños campesinos tuvieran educación...”. La sede sindical campesina compartía ambientes con la escuela, con todos los bemoles que ello suponía: “…se dieron casos en que los mismos campesinos construyeron una habitación, ahí en el campo, que en el día y para los niños fuera escuela, y de noche para los campesinos, sindicato”. Miembros de Nuevos Horizontes elaboraron los contenidos y material didáctico para estas escuelas: “...entonces, se trataba de que los niños campesinos aprendan a leer y escribir y… había que hacer algunas cartillas. Y las hicimos pues”.
Son posibles experiencias como del 47, hoy? No, y no solo por la capacidad de los anarquistas para estructurar alianzas con el movimiento indígena, sino también porque no había Estado en la región y a las élites hacendales no les interesaba promover la educación indígena. Hoy, cuando el Estado llega a todas las regiones del país en el contexto de la ley Avelino Siñani, que centraliza los contenidos, competencias, y donde todo pasa por el control estatal, difícilmente se podrían implementar experimentos pedagógicos como en el periodo 46-47; menos pensar en escuelas alternativas, tipo Summerhill o las escuelas libres de Barcelona.
En el Estado Plurinacional escuelas autogestionarias no pueden existir. La Avelino Siñani, tengo la impresión, busca introducir enfoques de autonomía y autogestión pedagógica, pero en una estructura institucional y organizativa jerárquica y autoritaria. Ejemplos como la autoevaluación o la inclusión de lo productivo constituyen ejemplos visibles.
Columnas de CARLOS CRESPO