Buenos propósitos
Feliz o infelizmente todos nuestros propósitos son absorbidos por la vida rutinaria que se encarga de hacernos comprender que somos sólo pasajeros de fugaces sueños que concluyen cada año y se renuevan cada doce meses
Estoy seguro de que la mayor parte de los lectores de esta columna se han formulado buenos propósitos al comenzar este año, siendo los más comunes el de abandonar algún vicio muy arraigado como fumar, adelgazar unos kilos o dejar los viernes de soltero y en casos muy excepcionales dejar de robar dineros al prójimo o al Estado.
Sin ánimo de inmiscuirme en la vida de mi corresponsal en el Palacio Real de la Plaza Murillo, le pregunté si ella se había propuesto perfeccionar sus labores de periodista, respondiéndome la cochabambina que este año dejaría de comer a la “sajra hora” que en idioma de los cochabambinos quiere decir la hora maldita, que en castellano se refiere a alguien que es atacado por la gazuza, y que los paceños decimos tengo “quija” algo que suele suceder cuando llega la hora del fricasé o las salteñas y también del chicharrón.
Después de plantear este asunto que parece algo trivial le pregunté a la cholita periodista si ella sabía algo acerca de algún buen propósito que se hubiera formulado nuestro Presidente Vitalicio respondiendo la sagaz cholita sin vacilar: “Él quiere seguir siendo el Presidente no sólo durante el año que comienza sino también los próximos 500 años”.
Citando la cholita la frase presidencial de comienzo de año… “mucho éxito y anhelo que se profundicen los logros conquistados”. Este deseo de Año Nuevo fue difundido mediante el Twitter, donde muchos ciudadanos acuden para conocer las genialidades diarias del primer mandatario.
Conversando con mi discípula acerca del año que comienza tuve que confesarle que a mi edad no me propongo abandonar ninguno de mis vicios que felizmente son inocentes y se van en bocanadas de humo. También le dije que todos los seres humanos nos proponemos ser mejores cuando comienza el año, excelente intención que venturosamente pasa al olvido cuando llegan los alegres carnavales, que en nuestro itinerario festivo nos suele trasladar a Oruro, Cochabamba, Quillacollo y Santa Cruz.
Feliz o infelizmente todos nuestros propósitos son absorbidos por la vida rutinaria que se encarga de hacernos comprender que somos sólo pasajeros de fugaces sueños que concluyen cada año y se renuevan cada doce meses.
Así lo entendimos mi comadre y yo. Esperando que también lo entienda el Presidente Vitalicio de Bolivia.
Columnas de PAULOVICH