El pasado no se borra
Siempre me pareció necia la consigna de renegar del pasado tarea que está a cargo de los corifeos del régimen actual y no pude menos que sonreír ante el hecho de preparar a nuestra nación para celebrar el próximo 22 de enero, cual si ese día fuera nuestro aniversario patrio o el día de la fundación de Bolivia y que la mejor manera de celebrar ese nuevo feriado tiene que ser escuchando el mensaje presidencial de Evo Morales, ceremonia que en más de un siglo y cercanos al segundo se cumplió el día 6 de agosto, aniversario de la Independencia de nuestra nación boliviana.
Así tratan de tergiversar la auténtica historia de Bolivia, que nace libre un 6 de agosto y no un 22 de enero, fecha esta última más cercana a la feria de Alasitas y al Carnaval, que la gesta protagonizada por patriotas bolivianos que culminó con la guerra de la independencia y el nacimiento de Bolivia.
Esta política equivocada nos llevará a gozar del feriado nacional establecido por el actual gobierno, y que seguramente dejará boquiabiertos a todos nuestros paisanos que hemos vivido casi dos siglos celebrando el 6 de agosto como nuestra fiesta nacional y hoy escucharemos sorprendidos una larga relación de hechos y cifras a cargo de quien se cree el hombre que cambió nuestra historia, por el hecho de haberla gobernado por doce años proponiéndose además hacerlo durante un decenio más.
Con el fin de hacernos menos amargo el trago del informe de gestión del Presidente Morales, busqué a mi corresponsal en el Palacio Real de la Plaza Murillo para preguntarle si podía adelantarme algo del discurso para evitar la tortura de escuchar durante varias horas el mensaje presidencial, algo que no pudo hacer ella por la excesiva admiración que la cholita cochabambina siente por el Presidente.
Volviendo al tema sustancial de negar todo valor a los acontecimientos y hombres del pasado, quiero decir a mis lectores que casi todos los presidentes que administraron el país en estos casi doscientos años de historia obraron con patriotismo, no existiendo uno solo cuyo propósito no fuera el trabajar por Bolivia, aunque no todos con el mismo acierto y virtudes.
Por eso no tratemos de borrar la memoria colectiva predicando que todo lo anterior fue malo y que todo lo presente es bueno y patriótico, criterio que resultó coincidente con el de mi colega periodística quien me prometió celebrar sin excesos el nuevo feriado, que jamás sustituirá al 6 de agosto.
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