Un diccionario singular: Paradojas de la representación política
Salvador Romero Ballivián nos sorprende una vez más al presentar la segunda edición actualizada del Diccionario Biográfico de Parlamentarios 1979-2014. Quien fuera presidente de la Corte Electoral asumió la tarea titánica de plasmar en 600 páginas, información biográfica de 1.200 ciudadanos, diputados y/o senadores titulares, electos en 10 elecciones nacionales, que formaron parte del centro de decisiones políticas de la democracia representativa, y ahora también participativa, en nuestro país. Visualizo al diccionario como una especie de poliedro que posibilita comprender la complejidad de la representación a partir de múltiples facetas, aristas e ineludibles vértices. Como obra de consulta es un producto generoso que brinda pistas e insumos valiosos para inspirar nuevos y variados estudios en distintas áreas de la ciencia social y campos específicos de la ciencia política.
Tiene el mérito de visibilizar a una institución democrática clave para la democracia, pero venida a menos en términos de valorización y confianza ciudadana. El desprestigio de estas instituciones no es reciente en Bolivia y se manifiesta también en otras democracias de la región y del mundo. Lo paradójico es que el “ninguneo” del parlamentarismo lo comparte parte del núcleo de poder hoy gobernante. En alusión a la anémica votación de las elecciones judiciales, el Vicepresidente insistía en que contar con 2.000 votos era más legítimo que el respaldo de 166 individuos, en alusión a los asambleístas.
Ponderable la inclusión de parlamentarios electos en 1979 y 1980, actores y testigos de la cruenta y difícil transición que rodeó la instauración de la era democrática que clausuró el ciclo de gobiernos de facto cívicos-militares y herederos de una crisis económica extraordinaria, cuya huella demuestra que la democracia en Bolivia no nació con la marraqueta bajo el brazo.
Otro dato llamativo es que del total de 1.588 curules (288 para senadores y 1.300 para diputados) disponibles entre 1979 y 2014, el diccionario alude sólo a 1.200 perfiles lo que implica que 388 legisladores habrían sido reelectos y reproducido esa condición de manera continua o discontinua. El dato confirma que la renovación prima por encima de la permanencia de legisladores de oficio y vocación.
Paradójicamente, de la lectura del diccionario resulta que un grupo menor de los reelectos fueron los que más contribuyeron a la gestación de reformas inclusivas del sistema político, que permitieron cambiar radicalmente el mosaico de la representación. ¿A qué reformas me refiero? A la elección directa y por simple mayoría de representantes en circunscripción uninominal que amplió la legitimidad y representatividad personal de los legisladores en el territorio. A la incorporación de la cuota mínima de inclusión de mujeres candidatas, la misma que en menos de 12 años transitó hacia la implantación del principio de paridad y alternancia, es un hecho que hizo justicia frente a su exclusión, un logro de la lucha y un movimiento articulado y plural de mujeres. A la definición de siete circunscripciones especiales indígena-originarias y la inclusión de la variable identitaria termina consolidando un proceso gradual de inclusión, legitimación y agregación de demandas de pueblos indígenas minoritarios y expresan la plurinacionalidad.
Todas expresan cambios en la sociedad, que a estas alturas no son monopolio partidario del MAS. No nos sorprendamos que a futuro la competencia electoral plural entre candidaturas autoidentificadas como indígenas y de mujeres con perfiles socioeconómicos y urbanos diversos no sea un dato extraordinario, superando así el enfoque machista, romántico y folklorizado de estos avances inclusivos en la sociedad y la política y de un hiperpresidencialismo que diluye la trascendencia de una institución clave para nuestra democracia.
El diccionario también da cuenta de una reforma electoral que terminó siendo una estocada al parlamentarismo a favor del hiperpresidencialismo predominante. Me refiero a aquella que prohíbe la doble candidatura del binomio presidencial. Al cerrarse el paso para que líderes políticos de primera línea en la competencia electoral tengan voz y presencia como legisladores disminuye la visibilidad y centralidad política del parlamento como escenario de debate plural clave de nuestra democracia. Ello cambió la configuración del liderazgo y el mosaico de representación de nuestra democracia.
La autora es psicóloga, cientista política, exparlamentaria.
Columnas de ERIKA BROCKMANN QUIROGA