El miedo que tienen ellas al caminar
Cada día, cientos de mujeres se sienten intimidadas y acorraladas ante las miradas de sus acechadores y los sonidos infaltables que hacen, los denominados “piropos”, siendo en realidad acoso callejero.
El acoso callejero consiste en hacer comentarios indeseados, irrespetuosos y vulgares, de la misma forma, los silbidos, acercamientos intimidantes, fotografías sin consentimiento, agarrones y presiones genitales sobre el cuerpo, por parte de extraños en lugares públicos.
Cuando eres testigo y recriminas este tipo de accionar, la mayoría de estos sujetos justifican su accionar con frases como “ni siquiera le hice nada”, “es que está muy bonita” o “mirar no es pecado”.
Sin embargo, para muchas mujeres no es sencillo recibir este tipo de acciones, y más aun cuando no pueden hacer nada al respecto, porque para tomar alguna evidencia ya es demasiado tarde.
Ante la falta de propuestas y a la espera de que se ejecute el proyecto de ley que sancione el acoso callejero presentado en abril del año pasado a la Cámara de Diputados, muchas mujeres denuncian este tipo de hechos a través de las redes sociales, pero lamentablemente las autoridades policiales no toman acciones debido a que no es un medio “fidedigno”.
Más allá de que se piense que esta acción no es mala ni ofensiva, nadie tiene el derecho de meterse con la intimidad de una mujer; ellas tienen todo el derecho de transitar libremente por los espacios públicos, sin importar el tipo de vestimenta que lleven puesta.
No deben tener miedo al caminar.
Periodista de la sección Metropolitana en Los Tiempos
Columnas de Gabriel Pimienta