Las plataformas ciudadanas, el 21F y las elecciones nacionales
Las plataformas cumplen una función ciudadana generadora de movilización y conciencia. Son actores cívicos que ocupan un espacio que sigue desconcertando a los actores políticos tradicionales. Por su organización horizontal, ausencia de estructura institucional burocrática, capacidad de respuesta y acción inmediata, las plataformas le están devolviendo la calle al movimiento político nacional.
Las plataformas tienen cuatro características que permiten su comprensión. Son movimientos urbanos, integrados principalmente por jóvenes y personas sin militancia partidaria, articuladas a través de redes tecnológicas y aglutinadas por intereses concretos que pasan por el ambiente, mascotas, árboles, bicicletas, cultura, lucha contra la violencia femenina, hasta las que lograron impacto nacional con el Referéndum del 21F y la abrogación del Código Penal.
No se trata de una invención ni exclusividad boliviana.
El análisis de procesos similares en el ámbito latinoamericano ayuda a comprender comportamientos similares y entender mejor el fenómeno. Alguna de esas plataformas tienen carácter emblemático. El Movimiento estudiantil Los Manos Blancas, en la Venezuela del 2009, que planteaba el ejercicio pleno de los derechos de organización, movilización y opinión puestos en riesgo por el presidente Chávez, y que por su beligerancia contra los partidos y al no lograr construir una alternativa política, desapareció. Otras plataformas jugaron un papel decisivo en el Movimiento Estudiantil chileno del 2011 que criticaba el modelo educativo y que luego se incorporó en una gran mayoría por la militancia de sus líderes, a los partidos de la concertación.
El Movimiento 15M, también conocido como Los Indignados, desde su campamento en la Puerta del Sol madrileña en el 2011, movilizó España con sus demandas de mayor democracia, fueron la base de Podemos en el momento de ligarse a la política. El Movimiento YoSoy132, mexicano, buscaba la democratización de los medios de comunicación, la creación de un tercer debate entre los candidatos presidenciales y el rechazo a la imposición mediática, el año 2012. Ahí están los movimientos contra la corrupción en el Brasil los años 2015-2016 y el Movimiento Ciudadano contra la Corrupción en Guatemala que provocó la renuncia del presidente Otto Pérez, en 2015. Cada uno de ellos tiene una particularidad y una enseñanza en su combinación de movilización y política.
El resultado del Referéndum del 21F del 2016, pudo lograrse gracias a la concurrencia movilizadora de la ciudadanía que repudia la reelección indefinida del presidente Morales. La existencia de una circunscripción electoral nacional única, y la consciencia de un voto útil produjeron un resultado en el que personas en su mayoría sin militancia partidaria, se empoderaron de la consigna y han logrado su fortalecimiento, hoy, con la contundente frase Bolivia dijo No.
Las plataformas bolivianas critican duramente a los partidos políticos, sus formas de organización y las consecuencias de un sistema prebendal y corrupto. Tienen una fortaleza que moviliza por la propuesta democrática, y han tenido la inteligencia de no diversificar las demandas para mantener la unidad que han logrado hasta ahora.
Estratégicamente, la gigantesca movilización que se producirá el 21 de febrero del 2019 seguramente marcará la definición política que deberán adoptar para las elecciones de octubre del 2019.
El autor es director de Innovación del Cepad.
Columnas de CARLOS HUGO MOLINA