Aprendimos y me encanta
La presentación de la contrademanda por parte de Bolivia, dejó a todos perplejos tanto dentro como fuera de nuestro país, particularmente a nuestros vecinos mapochinos, especialmente porque hace unos meses atrás declaramos públicamente que “por recomendaciones jurídicas de expertos jurídicos” (sic), se había descartado presentar este recurso. Que hoy, sí está planteado.
El argumento expuesto para este hecho jurídico es que a diferencia de lo afirmado por Chile, esas aguas tienen una naturaleza distinta en virtud de los canales y drenajes artificiales que alteraron su curso. Este acertum, coincide con lo que el suscrito había expresado en su columna de 11 de junio de 2016: a) respecto a que el trabajo de la Corte estará orientado a definir en primer lugar, la naturaleza de las aguas objeto de la disputa, b) que Bolivia estaba plenamente habilitada para contrademandar y plantear lo que nos interesa, que Chile hace uso abusivo y arbitrario de aguas de soberanía exclusivamente boliviana, conducidas artificialmente a territorio chileno, y que la Corte deberá definir y delimitar “ratione materiae” el objeto de la controversia y resolverla dentro de los límites que el Derecho Internacional, la doctrina, la jurisprudencia y los principios generales de derecho se lo permitan, y, c) asimismo, para que la Corte tenga un entendimiento claro sobre la naturaleza de las aguas en disputa, será necesario el auxilio de las ciencias exactas como la ingeniería, la geología y la hidrología, una especie de “hidrogeomorfología” – tal palabra no existe en el diccionario - como mínimo.
En la contrademanda "le pedimos a la Corte Internacional de Justicia que juzgue y declare que Bolivia tiene soberanía sobre los canales artificiales, y los mecanismos de drenaje en el Silala, que están ubicados en su territorio, y tiene el derecho soberano a decidir cómo los mantendrá” (E.M. 31.08.2018).
La cuestión está cantada, un buen parrillero diría, las carnes están en el asador, pero ese no es el punto de este escrito, pues conforme avancen los días sabremos algunos detalles más sobre el contenido de la contramemoria y contrademanda bolivianos, conoceremos con cierta profundidad las reacciones del lado araucano, y llegará el momento de un análisis más minucioso de tales asuntos.
Hoy mi punto es, que volvimos a sorprender a un vecino cuya elite política soberbia y arrogante, se apresuró en plantear una demanda de corte tradicional, justificada esencialmente en la existencia de hace millones de años, de una quebrada llamada Silala, omitiendo reconocer que parte de las aguas que la alimentan, discurre gracias a ductos artificiales construidos arbitrariamente, las cuales podrían tener una naturaleza distinta a las de un rio o cause internacional. Definir esa naturaleza, a mi entender será el quid en esta nueva ordalía chilena.
Aprendimos si, a mentir deliberadamente, a distraer la atención de lo principal, como aquellos peliculescos personajes que desviaron la mirada del ojo de Sauron hacia una batalla aparentemente fácil de ganar, mientras que el anillo que le daba vida era fundido en sus propias entrañas y terminó matándole. Mentir no es la mejor de las conductas procesales, pero es un arma válida, especialmente cuando el oponente actúa con desprecio por la verdad, el derecho y la solución diplomática.
Nuestra acción cambiará el enfoque de la controversia y su tratamiento por la Corte, el objeto del diferendo ya no es solamente el supuesto derecho de compartir esas aguas, sino fundamentalmente definir su naturaleza, y después, determinar el derecho internacional aplicable para resolver este entuerto. En este escenario, la carga de la prueba recae esencialmente sobre Chile.
No es hora aún de cantar himnos de victoria, esto sigue en el principio, y como lo dije en otro escrito, ellos hicieron el saque, pero nuestro gol es de “chilenita”. Aprendimos, y me encanta.
N. del E.- Por un error de edición, este artículo fue publicado el pasado sábado con el nombre del autor equivocado, por lo que pedimos disculpas al Dr. Alvarado y a nuestros lectores.
El autor es abogado, diplomático y docente universitario.
Columnas de WILLY WALDO ALVARADO VÁSQUEZ