Arte contemporáneo
Septiembre es mes de encuentros importantes de arte contemporáneo: el festival de danza y las jornadas de música, contemporáneas, claro. El primero ya pasó, las otras concluyen mañana.
Entender a esta corriente y conceptualizarla ha sido polémico y contradictorio desde que apareció, hace un siglo. Parece más accesible decir lo que no es: ni clásico, ni folklórico puros. Y, respecto de su calidad artística, esta reflexión sobre el arte contemporáneo se basa en un comentario formulado por el maestro Alberto Villalpando, uno de los organizadores del festival de música contemporánea y de los mejores compositores que tiene Bolivia. Él dice que la propuesta de lo contemporáneo es buena cuando proviene de alguien que tiene formación y es consciente de cada detalle. “Para romper las reglas hay que saber cuáles son ésas”, afirma el maestro Villalpando.
Una afirmación avalada y apoyada por diversos intérpretes que están activos en la movida contemporánea. En estos eventos, a los que centenares de personas pudieron asistir, se ejecutaron propuestas de creadores e intérpretes —de danza y de música contemporáneas— con significativa y notable formación artística.
El Patiño fue el espacio donde se pudo apreciar las obras de danza, cada una distinta de las otras y todas muy aplaudidas. En la Jornadas, músicos de Cochabamba, Santa Cruz y La Paz ejecutan sus propuestas en el teatro Achá y, ayer en la Facultad de Humanidades, el público, que no siempre es numeroso, lo disfruta plenamente.
Sin embargo, fuera de eventos como éstos, en los que la calidad creativa e interpretativa de los artistas está garantizada por una rigurosa selección, existen otros donde lo que se ejecuta o muestra puede generar confusión acerca de lo que es o no es arte contemporáneo. Colectivos que intentan “innovar” su propuesta olvidando que lo importante no sólo es la pinta, sino también la técnica.
Periodista de Los Tiempos