Deforestación del planeta
Para frenar el cambio climático se necesita un enfoque integral, que incluya necesariamente la preservación de los bosques. Los bosques en crecimiento absorben las emisiones del gas del efecto invernadero, que causa el calentamiento global. La deforestación es actualmente responsable por más del 15% de dichas emisiones. A menos bosques, menos gases absorbidos.
Además de absorber los gases causantes del efecto invernadero, los bosques regulan los flujos de agua, protegen a las comunidades costeras de los fenómenos meteorológicos extremos y ofrecen refugio a las especies animales y vegetales. En la última década, la superficie de bosques que se pierde anualmente ha pasado de 18,6 millones de hectáreas (Mha) a 29,36 Mha según reporta globalforestwatch.org. Las pérdidas ocurren principalmente en Rusia, Brasil, Canadá, Estados Unidos e Indonesia.
En 2014, fue suscrita en Nueva York la Declaración sobre los Bosques (NYDF), una especie de plan de acción orientado a proteger los bosques del mundo. La declaración formuló 10 metas ambiciosas que pretenden parar la pérdida de bosques para el año 2030. La gran innovación de esta declaración es que no sólo abarca gobiernos, sino a las grandes multinacionales que forman parte de las cadenas de suministro de productos forestales y agropecuarios, los mismos que generan deforestación. La declaración es monitoreada anualmente.
Este, año el informe de monitoreo se enfoca sobre la gobernancia y las políticas estatales referentes a los bosques. Si bien concede algunos avances, da a entender que el camino es aún largo y podría complicarse en el actual contexto geopolítico. Varios países carecen de voluntad política. Brasil, el país donde se encuentra la mayor parte de la Amazonia, el “pulmón” del planeta, acaba de renunciar a ser el organizador de la próxima COP25 –conferencia mundial sobre medio ambiente– prevista para 2019.
En Bolivia, el discurso “pachamamista” demagógico oculta la falta de una política coherente sobre los bosques y hacia los indígenas, sus habitantes. La referencia a la Madre Tierra no encuentra confirmación en las políticas del Gobierno que hace poco declaró que no será “guardabosque para los países industrializados”. Bolivia tiene 50,8 Mha de cobertura boscosa, la misma que se extiende sobre 47 por ciento de su superficie. El Gobierno boliviano considera que la protección de los bosques está en contradicción con sus objetivos de desarrollo, desarrollo basado en extracción de minerales y combustibles fósiles. Es una política miope y sin imaginación porque la actual matriz productiva y de desarrollo del país debería modificarse para ser sostenible a largo plazo.
El Gobierno boliviano favorece la extensión de la frontera agrícola en detrimento de los bosques y en favor de los intereses económicos de los ganaderos, cultivadores de soya y caña de azúcar, cocaleros y los comerciantes de madera. Los principales responsables de la deforestación en Bolivia son la ganadería y el cultivo de soya. Se estima que 5,8 millones de hectáreas fueron deforestadas en los últimos 44 años y que hasta 2025 Bolivia se propone deforestar otros cinco millones de hectáreas.
Las conclusiones del informe no son alentadoras. La deforestación que ocurre en el mundo es en gran parte ilegal. Los indígenas y las comunidades que viven en o cerca del bosque se llevan la peor parte de esta actividad ilegal. El desprecio para su modo de subsistencia, criminalización de sus defensores, y ausencia de la justicia facilitan la continua destrucción de los bosques. El informe no sólo mide la distancia hacia las metas trazadas, también alimenta la conciencia global sobre la importancia de preservar los bosques, el respeto de los derechos de los indígenas habitantes de los bosques y necesidad de políticas públicas adecuadas.
El autor es comunicador social
Columnas de STANISLAW CZAPLICKI