Seguir equivocados es su derecho, pero...
Las reivindicaciones sociales o ciudadanas por la defensa del régimen democrático y los resultados del referéndum del 21 de febrero de 2016, tienen al Gobierno contra la pared. Es innegable el nivel de desesperación y la inocultable decadencia del régimen populista del MAS.
Las reacciones y acciones del Gobierno frente a esta realidad social y política, a la que no pueden identificar, porque se trata del pueblo boliviano, los tiene desconcertados desde hace mucho tiempo. Ni la mañosa ley de las primarias los ha salvado.
A este nivel de estrés gubernamental del corroído “proceso de cambio”, hay que sumarle el lamentable desempeño de la economía nacional; la reducción de la Reservas Internacionales en casi un 50% en los últimos 3 años, los 5 años consecutivos de déficit fiscal, los anuncios de Brasil y Argentina de reducir los volúmenes de compra de gas y el entorno político regional que los aísla, los tiene de “atar”.
En este contexto, los del gobierno “o son o se hacen”, pues llaman mucho la atención sus terribles errores de lectura e interpretación de la realidad social y política del país. Insisten en sus viejos clichés y en métodos, que a estas alturas ya no funcionan.
Un ejemplo contundente es lo hecho en el Tribunal Electoral Departamental y el Sereci de Santa Cruz, donde, con la eterna y lamentable complicidad de la Policía Boliviana, ejecutaron un plan burdo para la desarticulación de la protesta ciudadana.
Esta conducta deja al descubierto la profunda crisis existencial y decadencia del masismo. Han perdido el rumbo; se les acabó el discurso y, aunque se resistan a aceptarlo, agotaron sus argumentos doctrinales y capacidad de convicción. De ahí el recurrir a los viejos métodos cubanos y a la violencia.
El masismo ha constatado que, en vez de lograr adhesiones ciudadanas, las pierden a un ritmo vertiginoso. Saben que, a este paso, ni el margen de manipulación del sistema electoral les va a alcanzar para ganar las elecciones del 2019.
Lo concreto es que el pueblo ya no les cree. Se acobardó de sus mentiras y sus falsas posturas. El pueblo está hastiado de Evo y Álvaro y de los genuflexos de su entorno, pero seguir equivocados es su derecho.
Columnas de CARLOS PABLO KLINSKY