Adiós 2018, bienvenido 2019
Fue un año extraño. Repaso los hechos significativos del 2018, tanto en el ámbito internacional como nacional que directa o indirectamente nos afectaron y afectarán el 2019.
En marzo vivimos la magia del derecho internacional, los alegatos orales en el caso de nuestra demanda contra Chile, tras los cuales creímos que el caso estaba ganado. No fue así, el 1 de octubre, la Corte nos dio un portazo rechazando cada uno de nuestros argumentos. En mi opinión, debemos asumir con dignidad el resultado y superarlo, quitarnos el lastre de la victimización, dejar de culpar a Chile de nuestras penurias geográficas, y plantearnos, como y para qué queremos proyectarnos a los espacios oceánicos.
Nuestros vecinos no la pasaron bien, Argentina sumida en una grave crisis económica, que le obligó a tocar las puertas de los organismos financieros internacionales. Brasil viviendo el bravo oleaje del caso lava jato, que arrasó con presidentes como PPK del Perú, con el líder histórico del PT encarcelado y viendo crecer y ganar a Bolsonaro, manifiestamente intolerante y ultraconservador. Con ambos países tenemos una agenda gasificada, la Argentina que fue nuestro mejor comprador y peor pagador posible, hoy anuncia ser nuestra competencia, Brasil, con el cual nuestro contrato de venta de gas vence el 2020, y quiere revisar volúmenes y precios. Con los dos habrá que construir equilibrios diplomáticos para evitar que nuestros mercados del gas se hagan gas.
Argentina, Brasil, el Perú y Ecuador tienen una protagonista estructural como causa de sus crisis, la hipercorrupción (ligada a Lava Lato – Odebrecht, y los cuadernos “K”) que carcomieron los cimientos de sus sistemas políticos y acabaron con sus líderes y sus partidos. La megacorrupción, creerse el poder personificado, pensar que este es eterno e irresponsable, y creer que sus sociedades son estúpidas e ignorantes, fueron los factores definitivos que acabaron con el Kischnerismo y el Petismo.
Venezuela y Nicaragua, además del factor corrupción, padecen el síndrome de la dictadura, con sus secuelas de autoritarismo y violación sistemática de los derechos ciudadanos. El quiebre institucional es indisimulable, y sus pueblos son protagonistas de crisis humanitarias comparables con las de oriente medio.
Cerca al río Bravo, el México de López Obrador, penetrado por el narco, país de origen, tránsito y destino de flujos migratorios, amenazado con la construcción del Muro prometido por Mr. Trump, cuyo emperramiento por emplazarlo es capaz de paralizar el funcionamiento administrativo de su país. Hablando de Trump (EE UU), debemos mencionar también a China y Rusia, una especie de troika imperial perversa, causantes de buena parte de las penurias de quienes se someten a sus designios.
Finalmente, en nuestra casa, la corrupción parece tener la guerra ganada en todos los ámbitos, no perdona oficialismo ni oposición, sino preguntémosles a los alcaldes Leyes, Mérida y Bazán, también a algunos fiscales, jueces y magistrados.
Estamos ya enfrascados en una madrugadora y larga reyerta electoral, en la cual todos dieron la talla de lo que creíamos que harían, pero deseábamos que no hagan, jugar mal, sucio, o no saber jugar. Unos demostrando su desprecio por las reglas, otros su incapacidad de plantear novedades.
Para finalizar, Bolivia no es una isla amurallada, lo que les suceda a nuestros vecinos nos afectará para bien o para mal. En lo interno, queda un año de una campaña electoral furiosa, lo peor está por verse, sin embargo, ellos son el circo, quienes decidimos somos nosotros los ciudadanos con nuestro voto. Los enemigos, juzgadores y condenadores del gobierno no son las oposiciones ni sus candidatos, el gobierno no es el único enemigo de las oposiciones. El enemigo de ambos, es aquel fantasma que no está inscrito en ningún partido político, aquel que votó en silencio y ganó en por lo menos tres oportunidades. Adiós 2018, bienvenido 2019, es hora de creer.
El autor es abogado
Columnas de WILLY WALDO ALVARADO VÁSQUEZ