Provocaciones educativas
Escribir acerca de la educación implica la posibilidad de una crítica destructiva o constructiva en torno a lo que se dice de ella, es cierto que las propuestas en cuanto a la percepción educativa son de las más variadas, además que ellas corresponden a un color de lentes en cuanto a mundo, sociedad y pertenencia ético política.
Dentro de ese espectro, se puede citar que el manejo teórico (alejado de la realidad para muchos) necesariamente nos lleva a preguntar sobre los criterios de sustento del proceso que se sigue en torno a la educación. Desde ese punto de vista, se podrá visualizar una repetición memorística de postulados alejados de su contexto de origen y en el cual se aplican; es ahí donde los procesos educativos deben ser analizados y descubiertos pues, ante la mal llamada “alienación”, lastimosamente no existe una reflexión en cuanto a la integración entre tecnología-conocimientos y praxis.
Desde esa perspectiva, existe una serie de posturas que hablan de la educación, además de los distintos niveles en los cuales se deben aplicar los modelos asumidos por las entidades educativas. Estos se sustentan en una serie de criterios que marcan los distintos parámetros o, en algunos casos, simplemente se los obvia, pues no es la intención el poder llevar adelante una propuesta seria, además de responsable.
Dichos criterios, necesariamente, pasan por las políticas macro, las cuales intentan mostrar la validez de sus apreciaciones, para lo cual incrementan y quitan asignaturas, eso, autojustificados en estudios y diseños curriculares.
Se puede ver una variedad de propuestas, pero lo destacable es que en ninguna de ellas encontraremos criterios que respondan al tipo de sociedad que se quiere construir, ni en qué medida la comunidad educativa responde adecuadamente a los nuevos desafíos.
Existen posturas llamadas tecnológicas, ellas tratan de mostrar la importancia del uso de la tecnología, pero en muchos casos simplemente se hace referencia al manejo de algunos programas o partes de un programa determinado en la repetición de soluciones.
Haciendo un salto grande, tenemos las posturas llamadas “culturalistas”, que tienen a la tensión entre lo indígena y lo contemporáneo, pero que, a su vez, no acaban de encontrar su espacio, pues dichos modelos contradicen a las posibilidades de realización en conocimiento e inserción laboral de los estudiantes.
Con base en lo anterior, debe haber una reflexión seria en tres elementos de vital importancia para los estudiantes: cuáles son las bases que se les otorga, cuál es la posibilidad de manejo de sus conocimientos y cómo provocar la inserción creativa en los ámbitos del mercado laboral.
Dichos elementos que deben ser más ampliamente desarrollados y reflexionados, pasan por un salto de lo antropocéntrico a lo humanocéntrico, desde una perspectiva actual del manejo del conocimiento y los saberes.
Eso implica descubrir que la postura antropocéntrica hizo que el “hombre” (en sentido genérico) haya simplemente sobreexplotado el planeta como el único amo y dueño, lo cual nos llevó a posturas de dominación y domesticación, no sólo de la naturaleza, sino entre los mismos seres humanos.
La postura humanocéntrica implica una actitud un tanto más humilde, asume que el ser humano es parte de nuestro planeta y no su amo, asume que se debe convivir con lo diferente, pero que también se debe aprender a respetar y respetarse cada uno, es un intento de superar la propuesta masificadora de la educación, para volver al “hombre soy y entre hombre vivo y nada de lo humano me es ajeno” (San Agustín) en los procesos educativos.
En síntesis es volver seriamente a una postura ético política de la educación, la tecnología y el conocimiento como base para mantener nuestro planeta.
El autor es coordinador del doctorado y del área de Ciencias Sociales y Humanidades de la Escuela Militar de Ingeniería
Columnas de JUAN RICHAR VILLACORTA GUZMÁN