El rey Midas municipal y las alturas
Cuenta el cuento que el Rey Midas tenía el poder de convertir todo lo que tocaba en oro, hecho que le permitió riquezas inmensurables, pero también dificultades. Similar a Midas, los gobiernos municipales del país tienen un don que multiplica la riqueza casi de forma irrestricta, “crean” suelo urbano, el recurso más apetecido y valorado. No obstante la mayoría de los gobiernos utilizan este “don” para beneficiar a pocos.
Los hechos de las últimas semanas en Cochabamba y La Paz, respecto al regalo de altura (pisos) desde las alcaldías en favor de pocos (ley edificaciones sustentables y WTC Saavedra), están permitiendo por fin poner este “don” en el ojo de la tormenta ¿Cómo funciona esto?
Las alturas de edificios deben estar definidas por la planificación. Los planes urbanos disponen de zonas/ejes de densidad (alturas) y en función de esto, la envergadura de infraestructuras, servicios y equipamientos, además del aprovechamiento (uso). Las restricciones geológicas de hace 50 años han sido superadas y hoy se pueden erigir edificios de casi cualquier altura.
En el escenario urbano boliviano, dominado por el libre mercado, la definición de alturas de edificaciones es normalmente un hecho arbitrario. Está relacionada con la propiedad de suelo que implicaría aprovechamiento inherente de alturas, conexa con el acceso a grandes recursos económicos por la venta de aire en forma de pisos. Este hecho determina su disputa y los fenómenos que conocemos alrededor del suelo.
En nuestras ciudades, el Rey Midas municipal que tiene el don indicado determina áreas a urbanizar y también la cantidad de pisos a construir sobre una propiedad, hecho que en la práctica no depende de la planificación y el soporte, sino de a quién beneficia este “don”. Esto es comprobable con los hechos de Cochabamba, La Paz y seguro todas las ciudades del país. Los beneficiarios son individuos o sectores específicos.
La propiedad del suelo no implica propiedad de la altura. La posibilidad de que un propietario/constructor pueda multiplicar sus pisos a través de ocupar el aire, involucra la multiplicación de su riqueza. Este aire es un recurso que pertenece a la colectividad y su aprovechamiento debe incluir indispensablemente compensaciones.
En Brasil, Colombia, Estados Unidos, Francia, Hong Kong, Australia, Japón y la mayor parte de países del orbe, los propietarios pueden construir decenas de pisos, pero la otorgación de este derecho a ellos por parte del gobierno implica que estos privados, en una similar proporción al beneficio, deban compensar para el colectivo, suelo, espacio público, equipamiento, servicios y recursos.
Bolivia y sus ciudades están entre las más neoliberales de la región y el mercado hace lo que quiere en ellas. El interés colectivo sobre el individual y la distribución equitativa de cargas y beneficios de la urbanización deben ser fundamentos imprescriptibles para el gobierno y la gestión de los territorios.
El autor es urbanista
Columnas de JUAN E. CABRERA