Bienvenida a Luis Almagro (OEA)
Tras la gestión del embajador de Bolivia ante la Organización de Estados Americanos (OEA) el presidente Evo Morales ha anunciado la visita al Chapare cochabambino de Luis Almagro, Secretario General de ese organismo hemisférico. El motivo: conocer el modelo de lucha contra el narcotráfico que lleva adelante el Gobierno. Interesante y contradictorio. El adalid de la lucha por el desconocimiento del gobierno ilegitimo de Venezuela por violentar la Carta Democrática de la OEA será fraternalmente recibido por el más connotado defensor de Nicolás Maduro en la región.
La maniobra diplomática boliviana ha sido envolvente. Presumo que al programar su visita, Almagro no conocía que su llegada, el 17 de mayo, coincidiría con la víspera del multitudinario acto de proclamación del binomio Morales–García Linera, considerado como ilegal e ilegítimo, por más de la mitad de la población boliviana que se opuso a su cuarta postulación. No debió ser grato anoticiarse que su presencia será instrumentalizada al calor de una prematura y desigual competencia electoral. Movida que honra la tradicional viveza alto peruana con su sello plurinacional y populista. En este contexto, era políticamente correcto improvisar un encuentro con el bloque de oposición política y ciudadana al prorroguismo hiperpresidencial.
Nuestro visitante, tendrá el privilegio de recibir información, in situ, sobre el exitoso modelo de lucha contra el narcotráfico. Tomará conocimiento de que el 94 por ciento de la producción de coca en esa región no pasa por mercados legales, que esa generosa tierra registró un 17 por ciento de incremento de cocales tras la polémica aprobación de una ley que privilegia su legalización, pese a no destinarse al consumo tradicional. Ya la JIFE, organismo de control de estupefacientes de la ONU, manifestó su preocupación al respecto. Pese a todo, es una zona roja que cuenta con el mayor número de pozas de maceración destinada a la producción de cocaína. Se enterará que por allí campea la intolerancia política, prohijada por una empoderada red de sindicatos cocaleros presididos por su carismático anfitrión. Que los derechos políticos de adversarios coyunturales son vulnerados. Que la coacción y castigo a la disidencia política no es una anécdota.
Almagro arribará pocas horas después de conocerse la sentencia del Tribunal Internacional de Derechos de la Naturaleza contra el gobierno de Evo Morales por no preservar ni velar por la Madre Tierra en un territorio indígena (Tipnis) colindante con el Chapare. Tribunal cuya misión evaluadora fuera interceptada para impedir su ingreso a la zona en conflicto. El Secretario de la OEA llega cuando no termina de esclarecerse cuán profundo caló la corrupción de una red de policías de alta jerarquía coludida con el narcotráfico. Casualmente, uno de ellos fungía hasta hace unas semanas como encargado de dirigir las acciones de erradicación y eliminación de cocales en el Chapare, siendo supervisor de operaciones en el aeropuerto de Chimoré. De no mediar el escándalo, no hay duda, hubiese sido parte de la comitiva de recepción de tan ilustre visitante.
Pero no hay que rasgarse las vestiduras. Más allá de conjeturas en torno al intercambio de favores reeleccionarios, importa reiterar que, pese al deterioro y desconfianza que inspira la actuación del Órgano Electoral, valoraremos la presencia, en octubre, de la misión de observación electoral de la OEA. Que no olvidamos la vehemencia con la que Almagro se pronunció contra las veleidades prorroguistas de quien optó por pisotear la voluntad popular del 21F, además de aportar, anticipando una opinión jurídica autorizada, en sentido de que la reelección indefinida no es un derecho humano de un presidente en ejercicio. Ello enfureció al núcleo de poder gobernante sobrando adjetivos descalificativos a su intromisión. Pero como todo pasa, hoy le damos la bienvenida. Confiamos en que no perdió la memoria sobre un hecho que hiere y deja una marca indeleble en la azarosa historia de construcción democrática de nuestra patria.
La autora es politóloga, fue parlamentaria y observadora electoral
Columnas de ERIKA BROCKMANN QUIROGA