La “batalla campal” de las Bartolinas
Lapos, rasguños, jalones de cabello, empujones, puñetazos, pellizcos e insultos, colorearon los incidentes registrados el viernes en la reunión de las Bartolinas, en Sacaba, y que terminó, literalmente, en una batalla campal.
El festival de violencia colectiva mostró una pizca de lo aguerridas que podemos llegar a ser las mujeres; sin embargo, las circunstancias en las que ocurrió son penosas, lamentables, ya que, contrariamente a la histórica hazaña propiciada por las cochabambinas, hace más de dos siglos, en la colina de San Sebastián contra las tropas españolas (y que nos valió la fama de valerosas), anteayer, las razones del alzamiento fueron “simples roces internos”, la lucha por la defensa de intereses particulares de los sectores integrantes de esta agrupación de mujeres.
Enseguida la noticia copó los portales de los medios y las reacciones en las redes sociales no se dejaron esperar.
Los videos se viralizaron causando irónica gracia a muchos, pero también indignación a otros.
¿Por qué en reiteradas ocasiones este tipo de eventos culmina a golpes? Son muchas las respuestas probables; algunas menos prudentes que otras. Finalmente, nadie está libre de “perder la cordura” en algún momento y lanzarse a los capazos para “arreglar las cosas” apuntaba algún ciudadano.
Sin embargo, la opción de imponer una idea sobre otra a través de la violencia sólo generará violencia. Y las reiteradas veces en que los bolivianos somos testigos de estos actos nos impulsa a preguntamos ¿Queremos seguir así?
¿Debemos permitir que los más pequeños se formen con estos ejemplos?
¡De ninguna manera! y venga de quién venga. Ni las Bartolinas, ni los de derecha, de izquierda, verduscos, rojizos o azulinos (tomen los colores del arcoíris) pueden usar la fuerza como método de convencimiento.
El uso de las manos y golpes como método para imponer es de la época de las cavernas. ¡Usemos el diálogo y el cerebro señoras!
Dominique Arzelas
Comunicadora