De verde a negro, el Tunari está de luto
El olor a quemado penetra hasta el alma, el silencio es sepulcral, el paisaje que debería ser verde se ha convertido en negro. Un panorama desolador. No es la primera vez que se quema, pero se siente como si así lo fuera.
El Tunari es un parque inmenso, tiene 318 mil hectáreas que van desde Colomi hasta Capinota, en cada lugar que conocí me deleité con todo tipo de plantas y animales que me acompañaron en diferentes coberturas. Las flores amarillas en Misicuni, las enormes kewiñas de Tirani y Taquiña son algunas de mis mejores memorias.
Esa belleza se transformó en restos de árboles quemados, aves que se posan en ramas donde alguna vez hubo nidos, pero hoy huelen a muerte. Mientras esperaba al Supertanker, me paré a orillas de un cañadón. No se escuchaba nada hasta que un fuerte sonido de madera partiéndose me desconcentró. El tronco de un pino caía rendido por el fuego.
El trabajo debía continuar. Caminé entre el trajín de los voluntarios; observé sus movimientos, coordinación entre ellos y el cansancio.
No olvido a aquel hombre que cargaba en sus manos una máquina, su rostro llevaba encima el peso de las horas sin descanso. Se apoyó en el primer tronco cercano antes de seguir
No imaginé que horas después tendría que confirmar que uno de estos valientes voluntarios había perdido la vida. Ernesto Nina luchó una batalla generada por algún delincuente, pero Dios lo llamó antes de ver que se pudo ganar al fuego. Él, cada voluntario, soldado y funcionario son héroes a los cuales les debemos mucho como ciudad.
Este año se han quemado más de 700 hectáreas sólo en el Tunari. Se perdieron bosques de pino, kewiña y eucalipto, hogares de miles de animales.
Debería ser una tarea escolar conocer el Tunari, dejarse enamorar por un área protegida que no sólo es el pulmón más importante de Cochabamba, sino que da el agua que tomas y se secará si no tomamos conciencia.
Periodista de Los Tiempos
Columnas de Lorena Amurrio Montes