Que tengan pesadillas
Los peores temores y las más angustiosas pesadillas del Evo Morales y su grupo palaciego, hoy tienen cuerpo y forma, tienen rostro multitudinario, son jóvenes en su mayoría, estudiantes y profesionales, son irreverentes, audaces y atrevidos, salen a recorrer las calles del país llevando como capa y escudo la vieja bandera republicana, bloquean las esquinas, y gritan canciones y estribillos en contra de los perpetradores del fraude más largo y vergonzoso de la historia democrática boliviana.
Este fraude se inició al día siguiente de conocerse los resultados del 21 F, fue cohonestado por una sentencia constitucional irrita, indigna como sus labradores, y que tuvo su corolario previsible el pasado jueves cuando se hicieron públicos los resultados de las elecciones del 20 de octubre, para ello, el TSE se desentendió de las advertencias y recomendaciones de las misiones observadoras, organizaciones internacionales y países amigos.
Contra las previsiones y esfuerzos del partido gobernante, la misma noche en que se conocieron los resultados de los conteos rápidos (TREP, ViaCiencia y la UMSA), quedó en evidencia la necesidad de ir a una segunda vuelta contra su archienemigo Carlos Mesa, entorno a quien la oposición democrática cierra sus filas.
En términos futbolísticos, después del 21-F, las elecciones subnacionales donde perdieron varios municipios y gobernaciones, y las elecciones judiciales donde se impuso el voto nulo, el MAS necesitaba meter cuatro goles para clasificar directamente y evitar los penales, solo metió dos (habilitarse ilícitamente y adelantar la campaña electoral). Jugaron sin Fair Play, y ante su inminente derrota, cortaron la luz antes de que terminara el partido y modificaron el marcador, cuando se volvieron a encender los reflectores aparecieron ganando con las justas, pero no contaban con que el VAR estaba administrado por quienes no pueden controlar y hoy recomiendan se juegue tiempo suplementario.
Si bien el MAS ganó, su victoria fue tan pírrica, que la posibilidad de perder en el balotaje ante a su indeseable rival es una previsible realidad. No les quedó otro camino que alterar los resultados (su nombre correcto es fraude electoral) con tal de evitar la segunda vuelta. Este accionar provocó la desconfianza y susceptibilidad de los observadores internacionales, la indignación popular, y encendieron la mecha de la resistencia constitucional organizada que hoy paraliza al país entero.
Hasta ahora, solo dos gobernantes reconocieron a Evo, clara señal de la ilegitimidad de un gobierno emergente del fraude, no solo es desconocido por su pueblo, sino por la comunidad internacional. Los resultados de las elecciones están acusados de ilegalidad, el fraude debe verificarse y comprobarse, y convocarse luego a una segunda vuelta.
A estas alturas, está también claro que el gobierno se aferrará hasta donde pueda a los resultados leídos por el TSE, apostará al desgaste de las movilizaciones, desplegará su poder secante y sus prácticas opresoras para debilitar y dividir la resistencia constitucional organizada, acelerará las elecciones subnacionales, amenazará con ejercer su fuerza de gobernante y de movilización de sus huestes. En síntesis, hará lo que sea con tal de distraer y disminuir el peso y fortaleza de su poderoso enemigo, el pueblo boliviano. Resistirá también los embates de las organizaciones internacionales y de los países vecinos. Todo con tal de no aflojar el poder, del cual viven y solo ellos disfrutan. Hoy el gobierno tiene otro dolor de cabeza, debe esperar el pronunciamiento de la CIDH respecto a la consulta tardíamente planteada por Colombia sobre si la reelección es o no un derecho humano.
El enemigo al que quisieron sepultar desde el 21-F, hoy transita por las calles de nuestras ciudades, tiene una cabeza llamada Carlos Mesa y tiene cuerpo infinito, tiene rostros y energía de juventud en su gran mayoría, de instituciones cívicas, de universidades públicas y privadas, de partidos políticos, de docentes universitarios, de vecinos de barrio, de padres de familia, de comerciantes, de transportistas, y de uno que otro policía y militar.
El camino de la resistencia constitucional será largo y difícil, pero debe hacerse, es nuestra responsabilidad histórica, debe ser orgánica y constante. Los líderes políticos deben actuar en forma coordinada y tener cohesionada a su militancia, deben probar el fraude, y luego desplegar esfuerzos ante la comunidad internacional para que esta presione al Estado a reconocer este hecho y la necesidad de convocar a una segunda vuelta, o alternativamente, anular las elecciones y convocar a otras nuevas, con nuevas autoridades electorales. Mientras tanto, que sigan teniendo las más terribles pesadillas, que sueñen con una Bolivia unida, pero en su contra.
El autor es abogado
Columnas de WILLY WALDO ALVARADO VÁSQUEZ