Y las emociones… ¿para cuándo?
En la película Intensa-Mente (2015), del director Pete Docter, se narra la historia de una niña de once años, Riley Anderson que enfrenta diversas situaciones que generan crisis a su estabilidad emocional. Los protagonistas de la película animada son las emociones primarias personalizadas que interactúan en la mente de Riley. Estas emociones primarias son: miedo, furia, temor, desagrado y alegría. A éstas, ocasionalmente se les une la sorpresa.
Aunque se pueden encontrar algunas diferencias en relación a la identificación de las emociones primarias, hay coincidencias que apuntan hacia la consideración de las seis emociones presentadas en la película animada. Es lo que encontramos, por ejemplo, en los trabajos de Paul Eikman, Daniel López Rosetti, Daniel Goleman y Antonio Damasio.
Daniel López Rosetti, en Emoción y sentimientos, plantea la siguiente hipótesis a manera de subtítulo del libro: No somos seres racionales, somos seres emocionales que razonan. Esta referencia puede ser útil para contrastar con la definición más difundida que dice que el hombre es un animal racional. Según la concepción de la racionalidad como la principal característica del hombre, se ha generado la creencia de que es la racionalidad la que define nuestros comportamientos.
En Inteligencia emocional, de Daniel Goleman, el autor plantea la necesidad de atender el desarrollo de la inteligencia emocional o la atención a las emociones en consideración a la importancia que tiene este desarrollo con el desenvolvimiento personal. En este texto, Goleman presta especial atención a la interacción entre el cerebro mamífero y el neocórtex. La amígdala resulta mediando esta relación. Cuando la situación coloca a la persona en una situación crítica, puede suceder lo que Goleman denomina "secuestro por la amígdala". En esta situación es que la persona resulta actuando emocionalmente; es decir, sin que su actuación haya sido previamente racionalizada.
Las implicaciones de la influencia de las emociones en nuestra vida diaria también afectan los procesos de aprendizaje. Son varios los autores, tanto los mencionados anteriormente, como también en los aportes de Bruce Lipton, que señalan la importancia del factor emocional en el proceso de aprendizaje. Podríamos considerar, sencillamente, que la fijación de los aprendizajes a largo plazo está mediada emocionalmente. Es decir, uno de los factores que hacen significativo al aprendizaje es la presencia de la emoción durante el mismo.
Mientras que la propuesta de Howard Gardner, la teoría de las inteligencias múltiples, se ha difundido al punto que algunas instituciones educativas lo anuncian como característica de mejoramiento de la calidad educativa, todavía no se escucha alguna propuesta relacionada a la atención de la inteligencia emocional.
Así, en consideración a las dificultades que se mencionan regularmente como las relacionadas con el interés de los estudiantes en los contenidos que se desarrollan, la motivación para aprender, la permanencia de los contenidos desarrollados, la atención continuada; y otros, parece que las propuestas en torno a la inteligencia emocional están como tarea pendiente. En este contexto es que nos preguntamos, y las emociones… ¿para cuándo?
El autor es docente e investigador