Los jóvenes y los intentos fallidos de tomar “militarmente” Cochabamba
Casi al día siguiente de las elecciones del 20-10, con signos evidentes de un grosero fraude, el centro de la política se trasladó a las calles. Frente a ese protagonismo, fueron desplazados los espacios y mecanismos formales de la política.
Pues bien, cuando las calles cobran esa importancia, convirtiéndose en el núcleo de las decisiones políticas, los bandos en conflicto adoptan estrategias militares para asumir el control de esos espacios. La retórica política también acude a términos de la jerga militar: cercar, sitiar, bandos, golpe de Estado y campo de batalla, entre otros.
Hoy, en el campo de batalla –las calles– están presentes, por un lado, el Gobierno con la institución policial y sus milicias disfrazadas en “movimientos sociales”; ellos defienden la permanencia del poder del régimen masista. Por el otro, básicamente, la indignación ciudadana cansada de tantas tropelías y excesos del pervertido “proceso de cambio”. En este bando, de composición citadina, descollan los jóvenes, los “millennials” como son, por sus características, denominados por otros.
Híper conectados con las tecnologías de la tercera y cuarta fase de la revolución industrial, se han convertido en el centro de resistencia. Al margen de cualquier ideología, diferencias de clase, origen étnico y/o procedencia, están muy organizados. Por ello, es una descomunal estupidez calificarlos de racistas o fascistas. Los cohesiona el sentimiento de indignación y rechazo contra el régimen. El combustible que los “excita” a batallar y resistir en las calles, son las estupideces e incontinencias verbales del primer mandatario. Esas frases célebres como “… amarrando pititas”, “… por platita o por notita”, “… movilizados con plata de los jailones”; han calado hondo en su espíritu de lucha. Con sus majaderías, el aturdido presidente Morales los impulsa militantemente a las calles. Atentos a los deslices verbales de este, reaccionan con increíbles memes ridiculizantes, dejando “eunucos” a sus “guerreros digitales”. Incansablemente, están en las rotondas y puntos estratégicos, resistiendo todos los embates.
En Cochabamba, estos jóvenes, son los héroes de dos batallas cruciales. Dos intentos “militares” del oficialismo de tomar y desbloquear la ciudad.
La primera de esas batallas se libró el 29 de octubre. Meticulosamente, el oficialismo diseñó la toma de la ciudad, con tácticas militares, desde los cuatro puntos cardinales. El primer grupo, en la zona sur, partió de la Av. Petrolera. El segundo, inició su marcha desde Sacaba, por la Av. Villazón. El tercero, desde Tiquipaya, pretendía descender hasta el cruce Taquiña. El cuarto, se había concentrado en la salida de buses al Chapare y avanzaba al centro de la ciudad por la Av. Oquendo. Todos ellos munidos de dinamita, piedras y palos, levantaban los puntos de bloqueo, creando temor y zozobra. Como papagayos, repetían las consignas “queremos trabajar” y “defensa del voto rural”. Todo estaba sincronizado, incluso el apoyo logístico de la Policía. Sin embargo, en desigualdad de condiciones, la organización y valentía de estos jóvenes, en duras batallas, imposibilitaron la toma de la ciudad. Lastimosamente, no pudieron impedir la quema del cerro San Pedro, símbolo icónico de los cochabambinos.
La segunda batalla impulsada por el oficialismo se libró el fatídico 6 de noviembre. En la disfrazada marcha “pacífica” de las Bartolinas se mimetizaron grupos de choque, armados también con dinamita, piedras y palos. El saldo fue trágico, cobró la vida de un joven de la resistencia y cerca de un centenar de heridos. Ese día, frente a la impávida presencia de la Policía, se libraron intensas batallas en varios puntos estratégicos de la ciudad y del municipio de Quillacollo. La violencia promovida desde el propio Estado, se expresó en una insólita anomia. Otra vez, no obstante la desigualdad de condiciones, la ciudad no fue tomada ni desbloqueada. Nuevamente, los jóvenes organizados y altamente cohesionados, desarticularon la estrategia oficialista. Cochabamba probó su heroísmo, gracias a su perseverancia y resistencia. Valientemente, se impusieron a las milicias oficialistas y a la propia Policía.
Como actores centrales, cualquier salida o solución a este terrible conflicto, debe contar con su anuencia. Además, de aquí en adelante, todos los gobiernos, del color que fueran, no solo deben tomarlos en cuenta, deben también incluirlos en la toma de decisiones colectivas.
El autor es profesor de la carrera de Ciencia Política de la UMSS
Columnas de ROLANDO TELLERÍA A.