Bolivia arde y Evo se va con pena y sin gloria
MAGDA COCA DE VON DER HEYDT
La resignación de Evo fue como irse “con pena y sin gloria”. El Ejército, con dos décadas de dictadura militar a sus espaldas, carece de autoridad moral de pedir la renuncia a un presidente. Es como si un muerto se asustara del degollado. La testarudez de Evo de aferrarse al poder, a pesar del 21F, ya ha costado vidas, ésta es la pena y por esto se fue sin gloria. García Márquez dijo: “El poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente”.
Sin embargo, acordarse de lo bueno es también tener memoria. Evo firmó nuevos contratos con las transnacionales para la explotación de hidrocarburos, recuperó empresas privatizadas. Además de su política respecto a la explotación de los recursos naturales, Evo tuvo la suerte de gobernar durante el boom económico de materias primas (2006-2013) que le permitió aplicar una redistribución de la riqueza. El pueblo le agradeció dándole el 62 por ciento de los votos en su segunda elección y hasta en la tercera tuvo la mayoría.
Desgraciadamente, Evo y su Vicepresidente se fueron deslizando hacia la derecha. García Linera, quien se dice socialista, relegó el socialismo a un tiempo indefinido y se sintió más conforme con su “capitalismo andino-amazónico”.
Seguramente para congraciarse con la élite cruceña que amenazó con separatismo, prometió la expansión de la frontera agrícola en el oriente, para la siembra de soya con todas las implicaciones correspondientes. Evo mostró la cara, pero García siempre actuó detrás de los telones. Se tendría que recuperar la historia, respetar el referendo, llamar a nuevas elecciones con la participación del MAS con otro candidato que no sea Evo. El pueblo dará su veredicto. ¡No más violencia!
Investigadora social asociada, universidad John Hopkins, EEUU
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