Hora de ceder
La tensión sigue con nosotros pero ha bajado notoriamente. Ese es el efecto del inicio de las negociaciones iniciadas por la presidenta Jeanine Añez con el ahora opositor Movimiento al Socialismo (MAS) con el propósito de evitar más derramamiento de sangre.
El equipo negociador del Gobierno está encabezado por el ministro de la presidencia, Jerjes Justiniano, mientras que el del MAS tiene como su representante a la senadora Adriana Salvatierra.
Justiniano ha informado que las demandas del MAS son tres: que no se desate una persecución política contra sus militantes, que se les otorgue salvoconducto y que, bajo esas condiciones, el expresidente Evo Morales pueda retornar a Bolivia.
Aunque ya emitida, y pese a su importancia, la noticia está con bajo perfil por una razón: el efecto que podría tener, especialmente la tercera demanda, en toda aquella gente que se ha sentido muy afectada por la violencia desatada por el MAS. A estas alturas de la historia, son innumerables las personas que han llegado a despreciar profundamente al exgobernante.
Pero la pacificación no se logrará si se toma en cuenta cuánto daño se ha causado. De ser así, tanto uno como otro bando tienen sus posiciones y éstas son encontradas. Para pacificar el país, se debe evitar que una parte se imponga a la otra.
Negociar significa poner las cosas sobre la mesa y ver qué es lo que tiene el otro. El MAS tiene a su gente, sus movimientos sociales que, infiltrados y todo, han demostrado que son capaces de causar zozobra.
Por otro lado, el MAS ya se ha dado cuenta que será muy difícil, sino imposible, recuperar el poder. Día que pasa, el nuevo Gobierno se consolida más y recibe reconocimiento internacional. El de Rusia es el que pesa más, no tanto por la innegable influencia de esa federación en el concierto internacional como por el hecho de que, por diferentes motivos, era el principal aliado del anterior gobierno.
Pero… ¿conviene seguir acorralando al MAS? ¿conviene que Evo Morales siga en el exterior, perorando a través de los medios que quieran entrevistarle y, eventualmente, hablando oficialmente, como lo hizo al aterrizar en México?
Entonces, no se trata de encerrarse en posiciones irreductibles exigiendo que el otro se rinda. En política, eso no existe. Los partidos pueden perder y retroceder pero nunca se rinden en su afán de capturar el poder. Si pierden su personería jurídica, se reciclan y aparecen con otra. Si el nuevo Gobierno sabe esa realidad, entonces sabe que también le toca ceder.