Una especie en extinción
Al final del periodo jurásico del periodismo, dos especies conviven disputándose la supremacía del oficio: el periodista tradicional (a la que pertenezco) y el digital (una advenediza fauna que nos va desplazando sin piedad).
Y como en todo espacio donde no hay comida para todos, surge el celo natural. Los periodistas digitales nos miran con un desdén increíble, como a dinosaurios, una especie en extinción, inútiles para el manejo de la tecnología, viejos que ya no deberíamos estar aquí. Es más, se ufanan de que ellos podrían hacer nuestro trabajo, pero nosotros no el suyo. Y como nuestros reportajes van destinados a la versión impresa del periódico, nos llaman despectivamente “los papeleros”.
De este otro lado, les devolvemos gentilezas: vemos a los digitales como arrogantes jovencitos, millennials llenos de emojis, modismos y “porfas”, gente que no sabe escribir 140 caracteres sin cometer un error ortográfico, y cuyas notas apuntan más a la imagen, a la sensación, al meme, antes que a la profundidad misma del reportaje… periodistas de WhatsApp o de Twitter. Y como nobleza obliga, les llamamos con otro adjetivo derivado del sonido web (¿Puedo decirlo acá?).
Bueno, eso como anécdota. Lo cierto es que estos jovencitos en algo tienen razón: se vienen nuevos tiempos, la tecnología se impone, los lectores apuestan por la imagen, los internautas ya no quieren que les cuenten noticias: quieren verlas.
Los viejos periodistas hemos bregado en un mundo con menor tecnología, conseguíamos la información sin internet, redes sociales ni celulares, sin las facilidades de hoy en día. Éramos lo máximo. Hoy nos toca el mayor de nuestros retos, adaptarnos o morir, una cruel ley darwiniana.
Los periodistas digitales en Los Tiempos están haciendo su parte: apuestan cada vez más por darle profundidad a sus reportajes y buscan fortalecer al máximo sus notas aprovechando la característica multimedia. No quieren quedarse como periodistas “wasaperos”. Nos toca a nosotros, los tradicionales. Será un desafío. Adaptarnos o morir. Hacia allá vamos.
La autora es periodista de Los Tiempos
Columnas de LUIS FERNANDO AVENDAÑO